Por Vitalii Rishko
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Puntos clave
- Limitaciones del relato occidental: La descripción occidental del conflicto entre Rusia y Ucrania como una lucha entre democracia y autocracia resalta valores como la libertad y los derechos humanos. Sin embargo, este relato es menos eficaz con el público del Sur Global, más centrado en la cooperación con Rusia.
- Los lazos mundiales de Rusia y la hipocresía de Occidente: Rusia mantiene estrechos lazos con países de Asia, América Latina, Oriente Medio y África, lo que impide su completo aislamiento. Calificar el conflicto de lucha entre democracias y autocracias plantea interrogantes sobre la hipocresía occidental, ya que Occidente coopera con Estados menos democráticos y se enfrenta a desafíos democráticos internos.
- Reformular el relato de la ayuda mundial: Para conseguir un mayor apoyo para Ucrania, el relato debe cambiar y centrarse en las infracciones del derecho internacional por parte de Rusia y en la importancia de defender la Carta de las Naciones Unidas. Este enfoque puede cuestionar las acciones históricas y neoimperialistas de Rusia. Destacar el imperialismo histórico y el neoimperialismo de Rusia puede ayudar a transmitir la esencia de la política exterior rusa.
- Abordar el orden de la posguerra fría y comprometer al Sur Global: El marco global de la guerra debería reconocer que el orden posterior a la Guerra Fría resultó gravemente dañado por Rusia cuando invadió Ucrania. Comprometerse con el Sur Global, abogar por la reforma de la ONU y hacer hincapié en su representación en la gobernanza mundial puede ayudar a tender puentes entre Occidente y el Sur Global.
El inicio de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia ha dado paso a un modo distinto de debatir el conflicto. En Occidente, la incursión rusa en su vecina Ucrania se presenta como un enfrentamiento entre democracia y autocracia. El gobierno estadounidense de Joe Biden se ha visto en la necesidad de garantizar el apoyo tanto internacional como nacional a la postura de Washington de ayudar a Ucrania. Estados Unidos ha enmarcado la guerra utilizando conceptos bien comprendidos en Occidente y ampliamente apoyados en todo el Atlántico y más allá, a saber, libertad, democracia, derechos humanos e igualdad. Sin embargo, en medio de una intensa polarización de la comunidad mundial debida a la invasión rusa de Ucrania y a otras preocupaciones mundiales acuciantes, la eficacia de esta narrativa elegida deja mucho que desear. Más allá de los meros conceptos, las profundas repercusiones de la invasión, que abarcan los precios de la energía, las alianzas y la seguridad alimentaria, exigen reconsiderar las estrategias de comunicación. Para conseguir un apoyo generalizado a Ucrania, urge pasar del binario democracia-autocracia a una narrativa que incluya las preocupaciones globales compartidas, llegando a países de todo el mundo que a menudo se sienten desatendidos pero que ejercen influencia en la política internacional.
¿Democracia frente a autocracia? El relato occidental y aislamiento incompleto de Rusia
Esta recalibración es crucial para gestionar el conflicto en curso y reconoce las implicaciones más amplias para el futuro del orden internacional. Por lo tanto, perfeccionar los enfoques de comunicación surge como un imperativo estratégico, ya que reconoce la interconexión de los retos mundiales y se esfuerza por lograr una narrativa que se extienda más allá de las perspectivas occidentales. Las importantes repercusiones mundiales derivadas de la invasión rusa de Ucrania, como el aumento de los precios de la energía, el cambio de alianzas y la inseguridad alimentaria, ponen de relieve la necesidad crítica de implicar a un espectro más amplio de Estados en los debates sobre cómo hacer frente a la invasión rusa en curso y lograr una paz justa para Ucrania. Por lo tanto, cambiar la forma en que nos comunicamos sobre la guerra de Rusia contra Ucrania es esencial si Occidente pretende realmente ampliar el apoyo a Ucrania y a su posición. El lenguaje, la elección de palabras y el relato tienen un profundo impacto en la política internacional y desempeñan un papel vital a la hora de señalar intenciones.
Utilizar el discurso de la democracia frente a la autocracia no tiene resonancia en las comunidades y audiencias no occidentales. Guiados por sus intereses y las posibles ventajas de esta cooperación, más que por consideraciones ideológicas, los Estados no occidentales siguen colaborando con Rusia. Creen que la cooperación les ofrece más ventajas que romper completamente los lazos y no recibir nada a cambio. Por eso las sanciones impuestas por Estados Unidos, la UE, el Reino Unido, Canadá y otros Estados no han tenido un impacto decisivo, ya que Rusia se las arregla para aprovechar las lagunas jurídicas de los Estados que no han impuesto medidas restrictivas. Además, en términos de cooperación militar, el régimen ruso sigue recibiendo un apoyo limitado de países como Irán, que le suministra drones, y Corea del Norte, que le proporciona munición. Rusia sigue participando en maniobras militares, ya sea con Belarús, China o los miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS).
Es previsible que, bajo la presión externa, las sanciones y en el contexto de una orden de detención de la Corte Penal Internacional (CPI) contra Vladimir Putin, Rusia desvíe su atención más allá de Occidente hacia regiones como Asia, América Latina, Oriente Medio y África. A pesar de los esfuerzos colectivos de Occidente por aislar a Moscú, éste consigue evitar convertirse en un paria mundial gracias a sus estrechas relaciones con Pekín y otras capitales del mundo en desarrollo. Rusia ha invertido significativamente en sus relaciones con estos países, incluido el comercio y la participación en conflictos regionales en Oriente Medio, África y el Cáucaso, reforzando así su influencia regional. Para mantener sus vínculos internacionales y compensar la pérdida de relaciones con Occidente, Moscú se ve obligado a considerar a los países del llamado “Sur Global”.
El Sur Global, su percepción de la guerra de Rusia contra Ucrania y su exposición a la propaganda
El término “Sur Global” es algo ambiguo y puede entenderse de varias maneras, ya sea refiriéndose a las naciones del Movimiento de Países No Alineados durante la Guerra Fría, al Grupo de los 77 de la ONU que engloba principalmente a los países en desarrollo o a los países clasificados como de renta baja o media por el Banco Mundial. Geográficamente, incluye países de África, Asia, Oceanía, América Latina y el Caribe. Y lo que es más importante, estos países están experimentando un crecimiento económico y sus voces tienen peso en organizaciones internacionales como las Naciones Unidas y otros foros multilaterales. La invasión rusa de Ucrania ha puesto de relieve el cambiante panorama mundial, en el que los países del Sur Global tienen una influencia significativa. Aunque el Sur Global es diverso en cuanto a políticas exteriores, creencias, religiones y demás, estos países se esfuerzan generalmente por evitar verse arrastrados a la competición entre grandes potencias y se posicionan como jugadores independientes en el tablero geopolítico.
Aunque el apoyo a Ucrania se basa en valores compartidos, utilizar el discurso de la democracia frente a la autocracia plantea problemas. Debilita la capacidad de Occidente para recabar el apoyo del Sur Global a su postura sobre Ucrania. Al emplear repetidamente esta narrativa, Estados Unidos y Occidente se abren a contraargumentos del Sur Global, que percibe la invasión rusa de Ucrania como parte de la lucha de poder geopolítico de Washington. Esto da lugar a escenarios en los que se considera que Estados Unidos está librando una guerra por poderes contra Rusia o incluso China, lo que gana adeptos entre las poblaciones de esos países. En consecuencia, Ucrania parece carecer de influencia en el conflicto en su territorio soberano.
La maquinaria propagandística rusa lleva presentando a Ucrania como una marioneta de Occidente al menos desde la Revolución de la Dignidad de 2014, cuando el Kremlin creía que Occidente estaba orquestando un cambio democrático en Ucrania para crear una entidad “antirrusa”. Al perpetuar este relato, Rusia ha logrado cierto éxito en el Sur Global, especialmente allí donde Occidente es visto como agresivo, hipócrita o colonial debido a experiencias pasadas de injerencia estadounidense u occidental. La agresiva propaganda rusa pretende convencer al público de que Ucrania es un Estado fallido que sobrevive únicamente gracias a Estados Unidos y la UE, con el objetivo principal de contrarrestar a Rusia. Es crucial combatir este relato ruso de Ucrania como marioneta de Occidente y adoptar un marco distinto al de democracia frente a autocracia.
Hacer frente a las hipocresías: Erosión democrática y compromiso occidental con Estados no democráticos
Caracterizar la guerra de Rusia contra Ucrania como una competición global entre democracias y autocracias plantea interrogantes en el Sur Global sobre la definición y los estándares de la democracia. Además, expone a Estados Unidos y Occidente a acusaciones de hipocresía, lo que provoca malentendidos y erosiona la confianza en sus relaciones con el Sur Global.
Resulta significativo que la democracia mundial esté amenazada, como indican los datos de Freedom House, según los cuales en 2022 la brecha entre los países que experimentan mejoras en materia de derechos políticos y libertades civiles y los que registran retrocesos alcanzó su punto más bajo en 17 años de deterioro mundial. Los líderes populistas, los partidos de extrema derecha y los movimientos nacionalistas ponen en peligro las normas y tradiciones democráticas en sus respectivos países.
Esta cuestión también afecta a la UE, como se ha visto en Hungría con su líder antiliberal, Viktor Orbán, que debilita las instituciones democráticas y socava la libertad de los medios de comunicación. Las reformas judiciales de Polonia han tensado sus relaciones con Bruselas. Además de la UE, hay preocupación por los derechos humanos en Turquía, miembro de la OTAN y complejo aliado de Occidente. Cabe destacar que incluso Estados Unidos se enfrentó a un asalto a su democracia cuando los partidarios de Donald Trump irrumpieron en el Congreso estadounidense tras su derrota en las elecciones presidenciales de 2020.
Aunque esta lista podría continuar, la cuestión es que Occidente coopera con socios menos democráticos. Si la mayoría del mundo no es democrático según los estándares occidentales, ¿por qué entonces Estados Unidos y Occidente buscan relaciones con estos países? La evaluación racional es que dicha cooperación es beneficiosa por diversas razones políticas, de seguridad, económicas y comerciales. Erigir barreras y limitar asociaciones potencialmente fructíferas y ventajosas sería imprudente. Por lo tanto, es poco probable que el Sur Global perciba como significativa la utilización de la narrativa de la democracia frente a la autocracia. Además, enmarcar la guerra de Rusia contra Ucrania en esos términos plantea numerosas cuestiones sobre los estándares de democracia y quién los evalúa, en lugar de transmitir un mensaje claro al Sur Global.
Por lo tanto, se ha hecho evidente que repetir este relato no da resultados concretos a la hora de recabar apoyo mundial para Ucrania más allá de Occidente y sus socios tradicionales, entre ellos Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. El relato de un mundo en transición y el imperativo de “oponerse al autoritarismo”, utilizado por el presidente Joe Biden en varios discursos sobre política exterior, parece haber llegado a su límite. Ya ha conseguido el apoyo de la UE y la OTAN a Ucrania, y los países de Asia y otros lugares amenazados por vecinos autoritarios se han alineado más. Sin embargo, para fomentar un entendimiento global entre Occidente y el resto del mundo, es esencial remodelar la forma en que nos comunicamos sobre la guerra de Rusia.
Reconsiderar los relatos: De la defensa del derecho internacional y el descubrimiento del imperialismo ruso al compromiso con el Sur Global
Ante todo, el mensaje principal al Sur Global debe centrarse en hacer referencia a las graves violaciones del derecho internacional cometidas por Rusia, que han causado un inmenso sufrimiento al pueblo de Ucrania. Ningún Estado puede sentirse seguro si la invasión rusa tiene éxito y Ucrania se ve obligada a entablar negociaciones que recompensen la agresión rusa con territorio ucraniano. La seguridad de cualquier nación peligra si la invasión de Rusia prevalece y obliga a Ucrania a entablar negociaciones que, en esencia, recompensan la agresión de Rusia con territorio ucraniano. En la era contemporánea, la idea de que el poder militar y la coerción por sí solos pueden dictar lo que se considera justo y correcto es totalmente intolerable. En un mundo que aspira a defender los principios de justicia y equidad, sucumbir a actos de agresión que socavan las normas internacionales pone en entredicho los cimientos mismos de la seguridad y la cooperación mundiales. Cualquier encuadre de la invasión rusa de Ucrania debería definirla inequívocamente como una guerra de agresión y hacer hincapié en el imperativo de restaurar la creencia en el derecho internacional y en la Carta de las Naciones Unidas. El derecho de Ucrania a la autodefensa debe subrayarse siempre. Como mencionó el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyi, desde 2014, Rusia ha violado más de 400 tratados y convenios bilaterales y multilaterales, incluidos documentos primordiales como:
- Carta de las Naciones Unidas,
- Convenio Internacional para la represión de la financiación del terrorismo,
- Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio,
- Convenciones de La Haya que regulan las leyes y costumbres de la guerra, Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas Contra las Desapariciones Forzadas,
- Convención para la Protección de los Bienes Culturales en Caso de Conflicto Armado,
- Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial,
- Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, Acta Final de la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa de 1975 (Acuerdos de Helsinki),
- Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales,
- Estatuto del Consejo de Europa,
- Memorándum de Budapest sobre garantías de seguridad en relación con la adhesión de Ucrania al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
Además, Rusia ha socavado el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares amenazando a Ucrania y a otros Estados con armas nucleares y desplegando armas nucleares tácticas en Belarús. Aunque ésta no es una lista exhaustiva de los acuerdos internacionales violados o socavados por Rusia, debería transmitir a los países del Sur Global la importancia de aplicar el derecho internacional de forma coherente a todos los Estados, independientemente de su estatus. En este contexto, también es fundamental señalar las acciones de Rusia que podrían calificarse de genocidio, ecocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. El delito de secuestro de niños, a una escala sin precedentes, con más de 200.000 niños ucranianos secuestrados por Moscú, debe ser una prioridad absoluta.
¿Hay lugar para el discurso anticolonial?
Es crucial poner de relieve el pasado imperialista de Rusia y sus actuales acciones neoimperialistas. Cabe destacar que no sólo los Estados no occidentales tienden a pasar por alto la historia de Rusia, sino que el propio Occidente ha descuidado durante mucho tiempo la naturaleza de la política exterior rusa, especialmente en sus regiones vecinas. Por lo tanto, hacer referencia a diversos periodos de la historia rusa, desde el zarismo de Rusia y el zarismo de Moscovia en el siglo XVI hasta el Imperio Ruso en el siglo XVIII, la Unión Soviética en el siglo XX y la Rusia moderna, puede arrojar luz sobre la esencia de la política exterior de Rusia: una historia de conquista y explotación despiadada de los pueblos. Resulta especialmente relevante considerar la política exterior moderna de Rusia como neoimperial, enraizada en un profundo anhelo por la gloria pasada perdida y el estatus de gran potencia reconocido anteriormente durante la era de la Unión Soviética.
Rusia ha llevado a cabo diversas campañas de información con la intención de distorsionar los acontecimientos históricos para legitimar sus políticas actuales. El objetivo de estas políticas es anular la existencia de un Estado ucraniano y afirmar que nunca ha habido un Estado ucraniano independiente, argumentando al mismo tiempo que los ucranianos son esencialmente rusos, una narrativa frecuentemente enfatizada en los discursos del presidente Putin. Con estos esfuerzos, el Kremlin pretende socavar las iniciativas del gobierno ucraniano para salvaguardar su soberanía, fomentar una identidad política ucraniana unida, distanciarse de una Rusia imperial beligerante y promover la integración con las comunidades europea y euroatlántica.
La comunicación en torno a la guerra de Rusia debería hacer hincapié en el empeño de Rusia por recuperar la hegemonía explotando a sus vecinos, ya que este mensaje puede resonar en las audiencias del Sur Global. Sin embargo, es un reto debido al legado histórico del imperialismo occidental. Además, considerar la ambición histórica de Rusia de “ayudar a los pueblos esclavizados de regiones no occidentales” y su implicación en diversos conflictos y el suministro de armas a naciones no occidentales puede complicar el éxito de esta narrativa. Curiosamente, incluso ahora, Rusia intenta comprar la lealtad del Sur Global, como, por ejemplo, durante la reciente Cumbre Rusia-África, cuando Vladimir Putin sugirió que Moscú puede enviar grano gratis a los Estados africanos. El Presidente de Zimbabue, por ejemplo, declinó el “regalo” ofrecido por el Presidente ruso. La razón de ofrecer grano gratis podría ser que Rusia intenta aumentar su influencia sobre el Sur Global. Esta maniobra es una táctica para desviar la atención de la cuestión principal, que es la guerra de conquista de Rusia contra Ucrania que causa desafíos al Sur Global. Además, la retirada del Kremlin del Acuerdo sobre los cereales supone una amenaza sustancial para la paz, la seguridad y la estabilidad de las cadenas de suministro alimentario mundiales y expone aún más a los países del Sur Global a la amenaza del hambre.
Por eso, para cambiar la percepción de Rusia en el Sur Global, este relato debería combinarse con los otros marcos sugeridos para reforzarse mutuamente. Mientras los países del Sur Global, incluida China, hayan estado sometidos al imperialismo, refrescar la memoria del imperialismo ruso podría ser esencial. La descripción de Ucrania como víctima de las pasadas políticas imperialistas de Rusia y de las políticas revanchistas de hoy podría ser un mensaje comprensible para los países del Sur Global. Esta es una de las formas de transformar la imagen de Rusia como salvadora en los países no occidentales, seguida de destacar las consecuencias globales de la invasión rusa de Ucrania.
Marco global de la guerra de Rusia contra Ucrania y construcción de puentes con el Sur Global
Cuando se habla de la invasión rusa de Ucrania a escala mundial, hay que transmitir un mensaje claro: Rusia ha alterado el orden posterior a la Guerra Fría. O incluso de forma más dramática, como mencionó el Secretario de Estado estadounidense Anthony Blinken: “Pero lo que estamos viviendo ahora es más que una prueba del orden posterior a la Guerra Fría. Es su fin”. Este orden basado en normas se construyó sobre los principios de soberanía estatal, integridad territorial y coexistencia pacífica. Sin embargo, este mensaje puede resultar problemático debido a las complejas opiniones existentes en el Sur Global. Muchos en el Sur Global se preguntan: “¿Reglas establecidas por quién?”. Su memoria histórica y sus experiencias pasadas de colonialismo desempeñan un papel importante en la configuración de sus posiciones. El Sur Global afirma que no estaba en la mesa de negociaciones cuando Occidente, especialmente Estados Unidos, determinaba la dirección del orden internacional. Cuando se les coacciona para que apoyen a Ucrania y elijan un bando, es poco probable que obtengan resultados.
Los países no occidentales eligen a sus socios en función de los beneficios que ofrecen y de sus intereses nacionales, no de sus sistemas políticos. El Sur Global tiene claro su deseo de evitar otra Guerra Fría. Sin embargo, el equilibrio entre las grandes potencias no significa que su postura respecto a Rusia sea inalterable. Es importante reconocer que el mundo y el Sur Global han evolucionado. Los antiguos Estados no alineados han ganado más poder y tienen sus intereses. Es lógico que busquen un papel más activo en la gobernanza mundial y una representación equitativa. En este ámbito, ya se han dado pasos positivos. Las reuniones multilaterales celebradas en Dinamarca, Arabia Saudí y Malta entre Ucrania y la coalición occidental y los miembros del Sur Global contribuyeron activamente a los debates sobre la Fórmula de Paz del Presidente Volodymyr Zelenskyi. En la actualidad, el número de países participantes aumenta con cada cumbre, lo que contribuye a que un mayor número de países comparta una visión común de la paz y de un orden internacional resistente tras el conflicto.
En consecuencia, urge una reforma de las Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad, pendiente desde hace tiempo, con una mayor representación de los países de Asia, África, América Latina y otras regiones. Diversas plataformas en las que se escucha la voz del Sur Global, como los BRICS, la OCS y el G20, ya están ganando protagonismo.
Abogar por la reforma de la ONU puede ayudar a salvar la brecha entre Occidente y el Sur Global y demostrar un compromiso genuino de colaborar con el Sur Global para abordar problemas mundiales acuciantes, incluida la invasión rusa de Ucrania. Apoyar al Sur Global en relación con la invasión rusa no es únicamente una cuestión política; implica una mezcla de factores políticos, intereses económicos, consideraciones comerciales y más. Parece que Occidente ha estado utilizando un palo en relación con el Sur Global y su postura sobre Ucrania sin explorar en detalle cómo podría mitigar las posibles pérdidas derivadas de un cambio de postura y de la respuesta de Rusia.
Cambiar nuestra forma de comunicarnos sobre la guerra de Rusia no implica abandonar nuestro compromiso con la democracia y las libertades universales. Washington debe comprometerse con el Sur Global para mantener el liderazgo mundial de Estados Unidos. Si la estrategia de comunicación de la guerra no cambia, China y Rusia ganarán más influencia sobre el mundo en desarrollo. Los Estados que se sientan obligados a tomar partido y a oír hablar repetidamente de las imperfecciones de sus democracias serán menos proclives a cooperar con Occidente. Esto les llevaría a buscar alianzas con la China no democrática, cuya influencia está creciendo, y haría a Rusia más atractiva. Reformular la estrategia de comunicación y dar pasos hacia un mayor compromiso y representación de los países en las instituciones y la gobernanza internacionales puede ayudar a generar confianza con el Sur Global, un factor crucial para apoyar la defensa de Ucrania frente a Rusia.
Conclusiones
La posición del Sur Global en la guerra de Rusia contra Ucrania sigue siendo crucial por varias razones, entre ellas el impacto de las sanciones, su papel en las instituciones internacionales y su creciente influencia política y geopolítica. Con el objetivo de recabar el apoyo mundial a la búsqueda de Ucrania por preservar su soberanía e integridad territorial, es preciso ajustar el lenguaje y el encuadre de la invasión rusa de Ucrania. Esto no significa que Occidente deba abandonar por completo los ideales y valores de la democracia, que tienen una gran importancia para su pueblo. Sin embargo, cambiar la estrategia de comunicación es esencial para evitar acusaciones de hipocresía, que sólo alimentan más temores y malentendidos. También implica que, mientras que la comunicación interna entre Estados Unidos y sus socios se basa principalmente en valores y visiones compartidos, el mismo patrón de comunicación de la lucha entre democracias y autocracias en el sistema internacional no resonará entre los del Sur Global. Ello se debe a factores históricos, a la reticencia a poner en peligro las relaciones con Rusia sin ver alternativas viables y al deseo de mantener una mayor autonomía en sus políticas exteriores sin alinearse con ningún bando en particular.
¿Qué se puede hacer para combatir los relatos existentes y desarrollar una cooperación sana sobre el tema? Occidente debería plantearse remodelar su comunicación basándose en varios pilares de mensajes:
- La invasión rusa de Ucrania es una violación incuestionable del derecho internacional y de numerosos tratados bilaterales y multilaterales, además de mencionar acciones que entran en la definición de genocidio y otros crímenes internacionales.
- La invasión rusa de Ucrania como una guerra imperial de conquista y una búsqueda de hegemonía.
- Rusia está destruyendo el orden internacional posterior a la Guerra Fría, lo que repercute directamente en el Sur Global.
La postura del Sur Global respecto a Rusia no debe darse por sentada ni considerarse inmutable. Por el contrario, Occidente debería trabajar con diligencia para comunicarse con estos países, generar confianza y dar forma a percepciones mutuas que produzcan resultados globales significativos. Debería iniciarse un debate serio sobre cómo mejorar el sistema de la ONU y aumentar la representación del Sur Global. Esto puede ser señal de un interés genuino de Estados Unidos y Occidente por trabajar con el Sur Global. Cuanto más se aferre Occidente al relato de la democracia frente a la autocracia sin tener en cuenta el deseo del Sur Global de una mayor representación en la gobernanza mundial, más alienado se sentirá respecto a Occidente, lo que le hará más proclive a favorecer a Rusia y China.
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