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«La falsedad vuela, y la verdad viene cojeando detrás de ella, de modo que cuando los hombres llegan a ser desengañados, ya es demasiado tarde; la broma ha terminado, y el cuento ha tenido su efecto: como un hombre, que ha pensado en una buena réplica cuando el discurso ha cambiado, o la compañía se ha separado; o como un médico, que ha encontrado una medicina infalible, después de que el paciente ha muerto» Jonathan Swift
Con los enormes avances tecnológicos de las últimas décadas, la sociedad contemporánea se ha deslizado con éxito hacia la era de la información, seguida de su etapa de postinformación. Dados los recientes acontecimientos, que incluyen, entre otros, la aparición de la llamada ‘diplomacia de Twitter’, la difusión de teorías conspirativas y las guerras santas impulsadas por la propaganda, el espacio de la información ha sido colonizado por dos bandos: el primero trata de producir contenidos informativos, mientras que el segundo sigue consumiéndolos. De este modo, el primer bando que produce el contenido aspira a potenciar las herramientas de publicidad del producto informativo para asegurarse de que es bien recibido por el público destinatario. El segundo buscará los contenidos más recientes que encajen en su burbuja de información personalizada. Incluso hace dos años, cuando Covid-19 golpeó el planeta, sólo unos pocos podrían haber imaginado que el mundo moderno se sumergiría en una nueva realidad – completamente desafiada, desgarrando el lienzo social común. Del mismo modo, el continuo desarrollo de la tecnología moderna destinada a minimizar el trabajo humano y a otorgar gran parte de la gestión a la Inteligencia Artificial (IA) contribuye a replantear el panorama político.

La eterna lucha entre democracia y autoritarismo sitúa la seguridad política principalmente en la dimensión de la información, que se convierte en un nuevo teatro de confrontación real o percibida. Dado que la tendencia a reducir la violencia y desdibujar esta categoría ya es contestada por algunos estudiosos como Steven Pinker en su libro ‘Los mejores ángeles de nuestra naturaleza: Por qué ha disminuido la violencia’, podemos suponer que las guerras modernas se pelean de manera diferente, no principalmente por territorios, sino por las mentes y los corazones de las personas. La mitología rusa no hizo sino aumentar con la aparición de avances tecnológicos destinados a acercar a más usuarios al ámbito político y a salvar la distancia entre el electorado y las altas esferas del poder. La bien engrasada maquinaria del revisionismo ruso empezó a imponer sus principales narrativas a través de diversos canales de comunicación, entre ellos las redes sociales.
Caminando por las campañas rusas de difusión de conspiraciones
Recordando cómo ha evolucionado la imagen científica del mundo desde Platón hasta Hegel, se puede reconocer que llevar a cabo un proceso científico (hacer magia) es un camino bastante difícil. Un patrón típico de presentación de conclusiones científicamente justificadas puede describirse del siguiente modo: recopilar un conjunto de hechos, separar las facetas principales y eliminar sus contrapartidas secundarias. Se puede abusar de esta lógica para hacer un uso malintencionado de la IA. Un ejemplo sorprendente de ello puede ser el caso de numerosas operaciones de inteligencia hostiles lanzadas por el principal actor de la violencia Rusia. El caso de una falsa periodista, Alice Donovan, se convirtió en uno de los descubrimientos más destacados del FBI relacionados con el pirateo del conjunto de herramientas propagandísticas a disposición del Kremlin. La historia comenzó en 2016, cuando la periodista, supuestamente freelance, se puso en contacto con el equipo de redacción del medio de izquierdas CounterPunch para proponerle un artículo. La periodista proporcionó sus cuentas en las redes sociales para ‘validar’ su identidad. Alice Donovan llevaba más de un año enviando artículos hasta que los editores de CounterPunch recibieron una llamada de sus colegas del Washington Post informándoles de que el FBI había señalado a Alice Donovan como una persona falsa, cuyas ‘contribuciones’ habían sido enviadas por la Dirección Principal del servicio de inteligencia militar ruso (GU). Los redactores se tomaron el mensaje con desconfianza, así que decidieron examinar por su cuenta el material de Donovan. Dados los temas tan candentes que trataba, como Black Lives Matter, Siria y el panorama político estadounidense, los editores descubrieron que los artículos de Donovan eran plagios. Siguiendo a la autora inicial de los artículos plagiados, los editores descubrieron que esta otra mujer, Sofia Mangal, parecía ser otra periodista ‘falsa’, esta vez vinculada al llamado India Syria Media Centre.

Tras examinar escrupulosamente el Centro de Medios de Comunicación de la India y Siria, los redactores de CounterPunch descubrieron que el medio era completamente inventado. Los periodistas inexistentes plagiaban tres o cuatro artículos al día del New Yorker, Arab News y otras fuentes. Esta historia se convirtió en un icono para la vigilancia de los servicios de inteligencia occidentales, que se manifestó un año después del descubrimiento, cuando un equipo del Observatorio del Senado de Stanford reveló más periodistas falsos con perfiles robados y artículos plagiados. Además, algunas de estas piezas no sólo pretendían transmitir un mensaje concreto, sino que también podían sembrar dudas y minar la confianza de los usuarios hacia la credibilidad de las fuentes. Esta decepción social y la desconfianza se vieron alimentadas por numerosos bots en Facebook, Twitter y Reddit. El uso de granjas de bots se convirtió en una de las herramientas basadas en IA más eficaces para difundir noticias falsas, propaganda y conspiraciones.
El principal inconveniente de la inteligencia rusa fue utilizar textos existentes junto con el robo de perfiles reales. Estas tácticas pueden ser reveladas fácilmente por los profesionales de OSINT. En este sentido, la nueva frontera sería el contenido original basado en IA. Algunas plataformas como GPT-3, y PeaceData son capaces de producir contenido original. Basándose en el sistema, que se precipita tomando los patrones de texto y adivinando las facetas siguientes, estas plataformas están preparadas para hacer que las campañas de información sean más baratas, rápidas, de mayor alcance y más eficaces. Por ejemplo, GPT-3 puede intercambiar datos y números, jugando con los nombres de personajes famosos. También puede generar piezas, poemas, tuits, ensayos e incluso códigos informáticos si se le solicita.
Aparte de ser menos costosas, las herramientas basadas en IA hacen que las campañas de información sean más lentas y perjudiciales. Este último – el daño es bastante difícil de medir, ya que incluso el hecho de difundir piezas relacionadas con la propaganda puede desencadenar problemas de confianza, escapismo informativo y compromiso pasivo de los usuarios política y socialmente activos. Hacer sombra y silenciar a la sociedad civil son herramientas cada vez más populares entre las entidades autoritarias que aspiran a preservar sus regímenes.
Revelación de las herramientas narrativas para difundir la mitología rusa
Para entender mejor cómo se juega esta carta rusa en el mundo digital, que se ha convertido en la nueva frontera de la política, debemos esbozar la métrica para explorar el tema correspondiente. La faceta metodológica de este trabajo se centra en la investigación de las eco-cámaras relevantes en Twitter. Esta investigación sugiere explorar dos hashtags. El primero se refiere a la afiliación de las cuentas a Rusia o a la agenda rusa: #istandwithrussia. Este hashtag no existe en el vacío, está estrechamente vinculado a otros hashtags de la misma cohorte como #istandwithputin, #f*ckukraine, #notonato, #zelenskywarcriminal. La siguiente figura visual muestra las conexiones entre los clusters relacionados con el hashtag mencionado. Dadas las limitaciones de la versión de software utilizada para este artículo (Basic), podemos al menos arañar la superficie de los datos recogidos explorando las cuentas que reciben más referencias y las cuentas que hacen referencia a otras. Para ello, elegimos las variables ‘in-degree’ (ser referenciado) y ‘out-degree’ (las cuentas que hacen referencias). Ordenamos los datos en orden descendente para pescar las cuentas más populares que supuestamente se convierten en los principales transmisores de los contenidos cargados de propaganda. Elegimos la visualización de los clusters dirigidos por estas cuentas añadiendo sus fotos de perfil a la imagen para poder navegar fácilmente entre las distintas eco-cámaras.
La primera eco-cámara sugiere el contenido de realidad distorsionada. Los usuarios activos de este clúster creen de verdad que no es Rusia la que sigue bombardeando ciudades ucranianas, sino Ucrania la que comete crímenes de guerra contra su propio pueblo. El segundo clúster difunde la conspiración sobre ‘la influencia externa’, la CIA y Soros detrás de los acontecimientos en Ucrania. Esta eco-cámara está abogando por la idea engañosa de que Ucrania es el apoderado de la OTAN y que ‘el decadente Occidente’ está tratando de provocar la Tercera Guerra Mundial. Según los datos recogidos por NodeXL, la mayor parte de los tuits están patrocinados por la población serbia. Desde el punto de vista geopolítico, no es la observación más sorprendente, dados los sentimientos prorrusos impulsados por ambiciones coloniales similares en los Balcanes.

Otro hashtag relacionado con el revisionismo ruso es #naziukraine. Este hashtag es utilizado por aficionados rusos para difundir falsedades sobre ‘neonazis’ en Ucrania. Este tropo común de la propaganda rusa está estrechamente interrelacionado con el discurso de extrema derecha que monopoliza las plataformas sociales. Resulta paradójico que, siendo uno de los principales interesados en la agenda de la extrema derecha, Rusia intente enmarcar su posición de forma opuesta, cambiando la modalidad ontológica de su contenido repleto de falsificaciones. Este juego que Rusia practica regularmente respalda la afirmación de que, si uno quiere averiguar lo que Rusia va a hacer a continuación, debería estar atento a lo que Rusia acusa a los demás.
Según Ravndal (2018) y Michael (2019), la amenaza actual de la derecha en Europa se está volviendo no solo más probable, sino incluso menos manejable. No obstante, el doble juego de Rusia, del que tenemos la (in)suerte de ser testigos, da pie a numerosas especulaciones en el sentido de que los discursos de la derecha no solo parecen perder a su ‘principal interesado’ – Rusia, sino que desencadenan un cambio notable en el replanteamiento de sus principios básicos y facetas ideológicas.
De hecho, las disposiciones de los acuerdos de Minsk habrían conducido a la pérdida de soberanía ucraniana a través de la federalización. Esto convertiría a las regiones reintegradas de Donetsk y Luhansk en un obstáculo para llevar a cabo una política exterior verdaderamente independiente. Habrían tenido derecho a vetar cualquier intento de ingresar en la OTAN y la UE. Se podría argumentar que Ucrania se benefició del acuerdo, ya que le permitió detener los principales combates y le dio tiempo para reconstruir su ejército y su economía. Pero Rusia también obtuvo un beneficio: tuvo la oportunidad de escalar la situación dentro de Ucrania cuando quisiera para impulsar su propia agenda sin preocuparse demasiado por su reputación. Por eso el alto el fuego solía violarse: Rusia no retiraba el armamento pesado y los sistemas de artillería según lo acordado. Los informes de la OSCE indicaban a menudo violaciones del alto el fuego cientos o incluso miles de veces al día. También diría que las negociaciones de Minsk fueron utilizadas principalmente por Rusia para planear una invasión total y comprobar la reacción del Occidente colectivo. Como resultado, el acuerdo de Minsk en su núcleo fue diseñado de tal manera que no podía resolver el conflicto.

El grupo principal (en el centro) saca sus ‘conclusiones’ sobre la narrativa de los llamados sentimientos nacionalistas ucranianos apelando al hecho de la colaboración entre la división ucraniana de las SS y los nazis. Esta simplificación excesiva procedente de los principales canales propagandísticos rusos es, sin duda, un ejemplo sorprendente de cómo el discurso de la derecha causa un efecto destructivo en las normas geopolíticas y culturales (especialmente cuando se trata de la coexistencia forzada con Estados rebeldes como Rusia).
La narración se corresponde con el proceso histórico del estado ucraniano del siglo XX, cuando los ucranianos se vieron impulsados a aliarse con los alemanes porque consideraban que las capacidades alemanas eran un activo valioso para construir un ejército profesional altamente cualificado. Este fue el primer paso para renovar la estatalidad ucraniana.
En retrospectiva sobre las relaciones rusas con Ucrania, vemos que la cuestión de la estatalidad ucraniana ha molestado a Moscú durante siglos, décadas y años. Por eso los ideólogos modernos del ‘mundo ruso’ se esforzaron tanto por persuadir al mundo entero de que los ucranianos lucharon por los ideales nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, según tres sentencias judiciales sobre criminales de guerra, la Gestapo, la SD y las SS, los juicios de Núremberg nunca han condenado a la totalidad de las organizaciones, sino a determinados grupos. En el caso de las SS, dicho grupo incluía a individuos admitidos oficialmente en las SS. Para ser aceptados en las SS, los individuos debían cumplir un montón de criterios, y uno de ellos era confirmar la pureza de la raza aria hasta la 5ª generación. No es de extrañar que la 14ª División de Granaderos Gallegos de las SS (compuesta por ucranianos, a los que los nazis no consideraban arios) ni siquiera fuera considerada criminal de guerra durante el proceso de Nuremberg, ya que no podían ser admitidos en las SS.
Es cierto que la selectiva narración rusa evitó mencionar el hecho de que también había algunas divisiones rusas de las SS (las divisiones 29 y 30 estaban formadas principalmente por rusos; aunque en la 30 también participaron algunos bielorrusos y ucranianos). Al final, sólo la escuadra ucraniana se unió más tarde a la Resistencia francesa para luchar contra el resto del ejército del Reich. Sin embargo, profundizar en este tema en Twitter (aunque el usuario cree un hilo) es casi imposible. El hecho de la colaboración es suficiente para crear la eco-cámara con el odio compartido contra los ucranianos que lucharon en el bando nazi hace varias décadas.
Otro tropo común que se difunde a través de estos grupos encaja en la métrica del ‘yo-otro’ construida por la maquinaria rusa. Se refiere a la influencia externa impuesta a Ucrania, que priva a Kyiv de su capacidad de acción. Este tropo ha sido un elemento alienable de la propaganda rusa, desencadenando numerosas campañas de información destinadas a desacreditar al gobierno legítimo ucraniano. La naturaleza manipuladora de estos mensajes busca identificar las vulnerabilidades del Occidente colectivo. Por ejemplo, las numerosas referencias a los impuestos destinados a ayudar a Ucrania están preparadas para hacer temblar a algunos países europeos. El contenido está redactado en francés, alemán, italiano y español. Los temas relacionados con el envío de armas y ayuda humanitaria a Ucrania son convertidos por los aficionados rusos en prédicas para difundir un mito sobre unas autoridades ucranianas muy corruptas que podrían hacer un mal uso de las armas recibidas. La mera existencia de tales narrativas ya es suficiente para allanar el camino a las ideas rusas. Incluso una pizca de sal, un grano de duda o una sombra de vacilación pueden considerarse una pequeña victoria en estas tensas guerras de información por los corazones y las mentes de la gente.
Conclusiones
En resumen, el frente informativo se convirtió en una de las facetas más significativas de la manifestación del revisionismo ruso. A pesar de las enormes pérdidas rusas y de los fracasos tácticos y estratégicos en la guerra convencional en suelo ucraniano, las ilusiones macroeslavas de Solzhenitsyn siguen prevaleciendo dentro de la visión rusa e intentan hacer algunas incursiones a través de diversos canales de comunicación, incluidos los digitales. La bien engrasada maquinaria de la propaganda rusa demostró ser capaz de adaptarse a las modernas convenciones de comunicación, además de utilizar el conjunto de herramientas digitales para identificar las posibles vulnerabilidades del ‘otro’ hostil. Jugar con la narración y distorsionar las pruebas fehacientes se convirtieron en medios clave aplicados permanentemente por el Kremlin en pos de sus delirantes intereses. Desafiar el statu quo actual no sólo en los campos de batalla terrestres, marítimos y aéreos, sino también en el campo para ganarse las mentes y los corazones de la gente, sitúa a Rusia en el sistema de coordenadas ontológicamente opuesto al de los aficionados al orden liberal. Las enormes pérdidas del bando ruso, su detestable violación del derecho internacional y sus numerosos crímenes de guerra suponen una grave amenaza no sólo para el tablero regional, sino también para el actual orden mundial, que apenas puede seguir llamándose ‘basado en normas’.
Anastasiia Vozovych
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