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La (in)conveniente ambigüedad y el deterioro de la imagen de China
La invasión rusa de Ucrania destaca como el mayor conflicto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, tanto por su escala como por su intensidad. Sus consecuencias de largo alcance se extienden más allá de las fronteras de Ucrania y Rusia, afectando a los mercados mundiales con el aumento de los precios, la interrupción de las cadenas de suministro y la inseguridad alimentaria. Naturalmente, esta guerra ha sido fuente de angustia para muchos en la comunidad internacional, desde las grandes potencias hasta los Estados frágiles que desean un rápido final de la guerra. En consecuencia, han surgido diversas sugerencias y posturas respecto a una resolución política de este enfrentamiento armado. Actores como la ONU, Turquía, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Israel, el Vaticano e Irak, entre otros, han ofrecido su mediación para apoyar las negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia. Sin embargo, la falta de un papel más proactivo por parte de la República Popular China, uno de los principales actores mundiales, ha suscitado curiosidad y especulaciones. Además, el debate sobre si China y Rusia formarán una alianza en su sentido tradicional empujó a los políticos occidentales a sugerir que China podría desempeñar un papel importante en el establecimiento de la paz ejerciendo presión sobre el Kremlin para que retire sus tropas y detenga la invasión.
Pekín tardó un tiempo considerable, precisamente un año desde la invasión rusa a gran escala, en contemplar su postura ante la guerra. Desde los primeros días del ataque, la RPC reclamó una posición neutral, que le permitiera flexibilidad y maniobrabilidad en consonancia con sus intereses nacionales. Esta perspectiva china sobre la guerra ha sido criticada por muchos, especialmente en Occidente, que perciben a China como hipócrita

China ha obtenido ciertos beneficios de su posición ambivalente y de una declaración de “amistad sin límites” firmada previamente con Rusia, que le ha permitido aprovechar los bajos precios de los productos rusos, en particular del petróleo y el gas, compensando así las pérdidas rusas debidas a las sanciones. También permitió a Pekín encontrar otro espacio para criticar el orden internacional liberal liderado por Estados Unidos, con lo que se intensificaron las disputas ideológicas entre China y Estados Unidos. También se unió a ciertos países asiáticos, africanos y latinoamericanos con posturas alternativas sobre la guerra rusa contra Ucrania, alcanzando potencialmente su apoyo a su postura. La RPC tuvo la oportunidad de ejercer su influencia en estos países y regiones, especialmente con el objetivo de romper el marco estadounidense del conflicto más amplio entre democracias y autocracias.
China también ha mostrado su apoyo diplomático a Rusia, incluida su negativa a respaldar cualquier resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas que condene el ataque a Ucrania y el intento de anexión ilegal de territorios ucranianos. El discurso chino de que la invasión es una “crisis en Ucrania”, unido a su retórica antioccidental que se alinea con la propaganda rusa, suscita preocupación entre los funcionarios occidentales y los países vecinos de la RPC.
Además, China se ha enfrentado a críticas por su percibida manipulación del derecho internacional y la divergencia entre sus principios fundamentales declarados, como el respeto de la soberanía y la integridad territorial, y su reticencia a calificar a Rusia de agresor. El llamamiento a China para que desempeñe un papel significativo en el fin de la guerra y ejerza presión sobre el Kremlin se ha repetido, sobre todo en Occidente. En consecuencia, la imagen de China ha sufrido un golpe decisivo debido a su “postura neutral” en el conflicto. Otros factores anteriores, como la falta de voluntad de China para investigar abiertamente las causas de la pandemia del COVID-19, su diplomacia de las vacunas, las acusaciones de espionaje y robo de propiedad intelectual, los préstamos y las trampas de la deuda china y las violaciones de los derechos humanos en Hong Kong y Xinjiang, han contribuido aún más al deterioro de la imagen de China.
Además, la imagen de China ha empeorado debido a la invasión rusa de Ucrania, ya que se encuentra agrupada entre potencias autoritarias, incluida Rusia, que parece seguir políticas exteriores revisionistas y amenazar a Taiwán con maniobras militares alrededor de la isla. El hecho de que China no haya criticado a Rusia por sus acciones en Ucrania y los numerosos crímenes de guerra cometidos por las tropas rusas ha socavado aún más su imagen, lo que ha provocado furiosas reacciones de figuras políticas occidentales. Además, surgieron preocupaciones durante la visita de Xi Jinping a Moscú y su apoyo a la reelección de Vladimir Putin en 2024, especialmente a la luz de la orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional contra el presidente Putin y su comisario para los Derechos del Niño debido a la deportación forzosa de niños de Ucrania a Rusia, donde posteriormente familias rusas adoptaron ilegalmente a muchos de ellos.
Los críticos sostienen que la llamada “neutralidad” de China se pone esencialmente del lado de Rusia. La única presión positiva ejercida hasta ahora por la RPC se refiere a la inaceptabilidad del uso de armas nucleares.
Tras un año de ambigüedad, China presentó finalmente su propuesta de paz y ofreció esfuerzos de mediación, algo muy distinto de lo que muchos en Occidente habían previsto. Esto ha suscitado intensos debates sobre el retraso de China en la entrega del llamado “plan de paz” y ha planteado dudas sobre la idoneidad de Pekín como mediador entre Ucrania y Rusia. Para comprender por qué China propuso servicios diplomáticos un año después de esta brutal guerra y por qué este plan, o más bien una posición, sigue siendo vaga, hay que examinar el contexto más amplio de las acciones de China, teniendo en cuenta factores internos e influencias externas. Para entender bien la maniobra de Pekín, hay que considerar la continuidad de la política exterior y la cultura estratégica chinas, sus principios filosóficos rectores, los factores históricos, la interpretación china de la diplomacia y las relaciones internacionales, y su visión del estatus y el papel de China dentro del sistema global. De particular interés son las figuras clave dentro de la República Popular China, especialmente Xi Jinping y su “pensamiento diplomático”, ya que prevé que la RPC asuma un papel más destacado y significativo en los asuntos internacionales.
Descifrando la diplomacia china: Autopercepción, principios y visión de Pekín sobre las relaciones internacionales
Antes de profundizar en las propuestas de paz chinas y examinar el potencial de Pekín como mediador, es crucial comprender los principios fundamentales de la política exterior china y cómo percibe China su papel en los asuntos internacionales. A lo largo de la historia, China ha creído en su papel central en el mundo, incluso durante la Antigüedad, cuando carecía de un conocimiento completo de otras potencias que pudieran rivalizar con ella. Según la creencia china, su civilización era la única verdadera, y acogían a los forasteros en su tierra con la esperanza de transformarlos, aunque sin insistir en ello.
El excepcionalismo chino como reflejo de las creencias tradicionales
Para ilustrar cómo trataba China a los extranjeros o “bárbaros”, según algunos textos chinos, es esencial recordar el primer intento británico de establecer una embajada permanente en China y negociar relaciones de libre comercio e igualdad. George Macartney, jefe de la misión diplomática, pretendía convencer al emperador chino del atraso de China en comparación con Gran Bretaña, donde la revolución industrial proporcionaba numerosos beneficios económicos. Sin embargo, la misión diplomática resultó infructuosa debido a importantes diferencias de percepción. A los ojos del Emperador, los británicos eran vistos como bárbaros arrogantes y desinformados en busca de favores especiales.
China se percibe a sí misma como superior a los demás, especialmente en lo que se refiere a cultura, sistema político y valores. Curiosamente, incluso el nombre del país 中國, “Zhōngguó”, podría interpretarse de forma diferente: “Medio”, “País Central” o “Reino Medio”, como se denominó al país durante periodos concretos, dando a entender su papel especial y que es el centro del mundo. Aunque esta percepción es exacta, China ha intentado defender y popularizar estas ideas de forma no violenta y pacífica, reconociendo su carácter universal. En la versión china del excepcionalismo, China no exportó sus ideas, sino que permitió que otros las buscaran.

James Gillray, el 14 de septiembre de 1792. Fondo Harris Brisbane Dick, 1917.
Este sentimiento de ser una nación única, o en otras palabras, el excepcionalismo chino, sigue existiendo en el pensamiento estratégico de los líderes chinos. China ha mantenido persistentemente un alto nivel de influencia y ha intentado convencer a sus países vecinos de que acepten su papel en el mundo, a pesar de los altibajos históricos y los momentos de división. Según las creencias tradicionales chinas, la historia sigue un patrón cíclico de declive y corrección, y el ser humano no puede controlarlo totalmente. Lo mejor es buscar la armonía con la naturaleza y el mundo. La diplomacia china aspira a lograr la “Gran Armonía” o, dicho de otro modo, unas relaciones internacionales armoniosas, buscando ante todo un mundo libre de guerras y conflictos.
La filosofía y la cultura chinas han conformado la visión de generaciones de dirigentes chinos, con términos como “paz”, “armonía” y “mundo armonioso” presentes en el discurso de muchas figuras políticas de China. Mantener la estabilidad y el desarrollo, tanto a nivel nacional como internacional, se ha convertido en una tarea primordial para China. La autopercepción de China está representada por un sentido de excepcionalismo y una creencia en sus valores culturales y su sistema político únicos. China considera que su ascenso pacífico como potencia diferenciada le otorga el derecho natural a promover unas relaciones internacionales justas y la igualdad salvaguardando normas y principios como la no injerencia en los asuntos internos y el respeto a la soberanía. La visión del mundo de China puede parecer cosmopolita y excesivamente idealista a muchos observadores. Sin embargo, esta autopercepción de China, su papel y su visión de los asuntos exteriores se alinea, aunque con diversas contradicciones, con los principios de realpolitik interpretados por los chinos, como los propugnados por el estratega militar y filósofo Sun Tzu.
El papel de la pacificación en el concepto tradicional de política exterior de China
Para evitar ahondar demasiado en la filosofía y las tradiciones chinas, que son auténticas fuentes para comprender el comportamiento chino, examinemos varios principios que China ha perseguido desde la fundación de la República Popular China en 1949. Como ya se ha mencionado, China se presenta como un país pragmático y amante de la paz, con la “paz” profundamente arraigada en el discurso chino durante un período significativo. China planteó los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica en un acuerdo conjunto chino-indio en 1953. Estos principios incluyen el respeto mutuo de la integridad territorial y la soberanía, la no agresión mutua, la no injerencia mutua en los asuntos internos de la otra parte, la igualdad y el beneficio mutuo. Estos principios han desempeñado un papel importante en la promoción de la visión china de las relaciones internacionales y han sido valiosos para perseguir los objetivos de la política exterior china más allá de sus fronteras. Estos principios ponen de relieve la continuidad del pensamiento chino y se alinean bien con la construcción de un mundo justo y próspero, atrayendo a muchas naciones en desarrollo y esforzándose por eliminar la desigualdad.
China se presenta ahora como un país amante de la paz que no ha participado en guerras imperiales y nunca ha iniciado conflictos, con el objetivo de contribuir al mundo mediante el establecimiento de la paz. De hecho, parece haber una contradicción al examinar el historial de intervenciones militares extranjeras de China, como su participación en la Guerra de Corea en 1953 y en la Guerra de Vietnam en 1979. La invasión del Tíbet y el continuo despliegue de agresiones en relación con territorios en disputa en el Mar de China Meridional y Taiwán subrayan aún más esta incoherencia. Sin embargo, los dirigentes chinos mantienen la percepción de que el papel de Pekín en los asuntos internacionales actuales es el de guardián de la paz, la no injerencia y el multilateralismo. A lo largo del ascenso y desarrollo de China, se han ido añadiendo otros principios de política exterior para reforzar y complementar los ya existentes.
Uno de los conceptos críticos de política exterior fue sugerido por Deng Xiaoping y formulado entre 1989 y 1991. El dicho “韬光养晦” (Tāoguāngyǎnghuì) puede traducirse como “ocultar las propias capacidades y esperar el momento oportuno” o “mantener un perfil bajo”. Este concepto, que ha dominado la política exterior china durante décadas, sugiere que China debe adoptar un enfoque prudente y de perfil bajo en sus relaciones exteriores, especialmente en lo que respecta a la proyección de su poder militar, económico y político en la escena mundial. Subraya la importancia de evitar conflictos y enfrentamientos que podrían impedir el desarrollo y la estabilidad internos de China. La idea subyacente es que, manteniendo un perfil relativamente bajo, China puede centrarse en su desarrollo interno y su crecimiento económico, evitando al mismo tiempo fricciones o provocaciones innecesarias con otras naciones. Este enfoque pretende minimizar la interferencia externa, proteger la soberanía de China y crear un entorno internacional favorable que propicie el progreso económico y social. Sin embargo, es esencial señalar que el enfoque de “mantener un perfil bajo” no implica pasividad o aislacionismo totales. Reconoce que China debe comprometerse activamente con la comunidad internacional al tiempo que se alinea con sus intereses nacionales y sus objetivos estratégicos a largo plazo.
En este sentido, Hu Jintao, Secretario General del Partido Comunista Chino de 2002 a 2012, siguió una línea política conocida como “ascenso pacífico de China”. El concepto de ascenso pacífico de China surgió como respuesta a la preocupación de la comunidad internacional por el creciente poder económico y militar de China. Su objetivo era aliviar los temores y promover una imagen positiva del ascenso de China como actor global responsable. La orientación política elegida se centraba en diversos aspectos del ascenso de China y englobaba varios principios relacionados con la política exterior:
- Desarrollo pacífico: China se compromete a utilizar medios pacíficos en la consecución de sus objetivos de desarrollo, evitando la hegemonía y las amenazas a la seguridad de otras naciones y promoviendo al mismo tiempo la estabilidad y la cooperación internacionales.
- Cooperación de beneficio mutuo: China aboga por las relaciones mutuamente beneficiosas, la igualdad, la no injerencia y el desarrollo económico compartido en la creación de asociaciones con otros países.
Un mundo armonioso: China lucha por un orden mundial armonioso mediante la coexistencia pacífica, el diálogo y el respeto a la diversidad, haciendo hincapié en la diplomacia, el multilateralismo y la resolución pacífica de conflictos.
La política exterior de Xi Jinping como cambio de paradigma
Los principios rectores de la política exterior china dependen del contexto internacional, la situación interna y la personalidad del líder. Es crucial mencionar que la política exterior china entró en una nueva era con la llegada al poder de Xi Jinping. Aunque preservó la mayoría de los principios de la política exterior china, Xi trató de convertir a China en un actor más activo y asumir mayores responsabilidades.
Bajo el liderazgo de Xi Jinping, la diplomacia china ha experimentado importantes transformaciones en cinco años relativamente cortos. A diferencia de sus predecesores, Jiang Zemin y Hu Jintao, que se centraron principalmente en asuntos internos durante sus primeros mandatos, Xi se ha dedicado activamente a los asuntos exteriores. Xi Jinping aboga por la “diplomacia de los grandes países” (evitando la connotación negativa de “gran potencia” y subrayando que China no busca la hegemonía).
La ambiciosa política exterior de Xi representa un cambio de paradigma respecto a la diplomacia de bajo perfil de Deng, irrelevante en el contexto de la diplomacia de los grandes países. China debe perseguir una diplomacia que vaya más allá de las normas convencionales de un gran país típico e incorpore las “características chinas”. La evolución de la percepción de Xi Jinping sobre la posición de China en el sistema internacional es primordial. Mientras que los anteriores líderes chinos, empezando por Mao, consideraban en general que China estaba en la periferia o semiperiferia del sistema internacional dominado por Occidente, Xi tiene una creencia diferente. Afirma que China ha abandonado la periferia o la semiperiferia y se ha situado en el centro. Xi afirma explícitamente que China está “más cerca que nunca del centro de la escena mundial” y “más cerca que nunca de hacer realidad el sueño chino de renovación nacional”.
Xi Jinping se ha comprometido a reforzar la influencia de China en el discurso sobre las relaciones internacionales. Desde el “sueño de China” (rejuvenecimiento nacional) y la “comunidad de destino común de la humanidad” hasta el concepto de un “nuevo tipo de relaciones entre los principales países” y la “cooperación beneficiosa para todos”, Xi Jinping está decidido a introducir conceptos e ideas chinos en los debates globales sobre asuntos mundiales. Aunque algunos analistas sostienen que Xi prioriza la política exterior y las cuestiones políticas sobre las económicas, es importante señalar que a menudo están entrelazadas.
La “cooperación de beneficio mutuo” sigue siendo hoy una piedra angular de la política exterior china. Wang Yi, un alto diplomático chino que resumió las opiniones de Xi Jinping sobre la justicia y la cooperación beneficiosa para ambas partes, declaró: “En lugar de que una parte gane y otra pierda, ambas deben salir ganando. Tenemos el deber de hacer todo lo posible para ayudar a las naciones pobres. A veces, debemos dar prioridad a la ética y la justicia sobre nuestros intereses; a veces, debemos renunciar a nuestros intereses en aras de la ética y la justicia. Nunca debemos perseguir sólo nuestros intereses ni pensar únicamente en términos de ganancias y pérdidas”. Los conceptos y principios presentados anteriormente muestran cómo China y sus líderes ofrecen una visión diferente de las relaciones internacionales y del papel que China pretende desempeñar en ellas. Basándose en estos principios, es evidente que el comportamiento de China en relación con la invasión rusa de Ucrania y su voluntad de participar en el proceso de paz y actuar como mediador se alinea con los principios mencionados anteriormente, aunque con algunas incoherencias.
El “Plan de paz” chino: ¿Más vale tarde que nunca?
Ante la fuerte presión de Occidente y el daño a la imagen internacional de Pekín por su postura ante la guerra, China decidió que había llegado el momento de pasar a la acción. En el aniversario de la invasión rusa a gran escala en febrero, China presentó una posición de 12 puntos sobre la “solución política de la crisis de Ucrania”. Sin embargo, algunos observadores tacharon erróneamente la postura de China de “plan de paz”, lo que dista mucho de la realidad. Esta posición suscitó más preguntas e inquietudes debido a su vaga y abstracta lista de principios en los que se basa China. La mayoría de los puntos coinciden con los principios de la política exterior y la diplomacia chinas mencionados anteriormente. Sin embargo, sin proporcionar sugerencias concretas y detalladas para garantizar una paz justa, la posición china, que no es un plan, nos recuerda a los acuerdos de Minsk de 2014-2015 que no produjeron resultados tangibles. La posición carece de una secuencia de acciones, deja mal determinado el papel de las partes y no critica la invasión rusa. También debe abordar el papel que China podría desempeñar en la consecución de una paz duradera, aparte de declarar su disposición a participar en la reconstrucción posbélica. El lenguaje utilizado en el documento plantea dudas, ya que se niega a calificar la invasión rusa de “guerra” y en su lugar se refiere a ella como “crisis”.
La verdadera motivación de la posición china
Dadas las deficiencias del documento publicado, cabría suponer que China está tanteando el terreno y comprobando las reacciones de la comunidad internacional. De hecho, Pekín no tiene nada que perder, ya que había dudado durante demasiado tiempo. La reelección de Xi Jinping para un tercer mandato sin precedentes y la voluntad de China de asumir un mayor papel en los asuntos internacionales podrían explicar por qué China ha iniciado esta ofensiva de encanto.
Con el telón de fondo del acercamiento recientemente negociado entre Irán y Arabia Saudí, en el que China desempeñó el papel de mediador, aumentó la confianza de Pekín a la hora de organizar y facilitar las conversaciones de paz entre Ucrania y Rusia. En esencia, la postura de China permite a Pekín seguir siendo vaga, continuar construyendo relaciones con Moscú y seguir afirmando que ha expresado su postura. Parece que China intenta sentarse en dos sillas simultáneamente. Al referirse a los principios de soberanía e integridad territorial, China intenta complacer a Ucrania, que pretende recuperar el control sobre los territorios ocupados por Rusia. Por otro lado, al hablar de las “legítimas preocupaciones de seguridad de todos los países”, China está, de hecho, justificando la invasión rusa.
La retórica utilizada en el documento, como “abandonar la mentalidad de la Guerra Fría”, “ampliar los bloques militares” y “evitar avivar las llamas”, coincide con la retórica tradicional utilizada por China y Rusia para contrarrestar ideológicamente a Estados Unidos y al orden internacional liberal. Al hacer referencia a la mentalidad y los bloques de la Guerra Fría, China demuestra sus preocupaciones, especialmente en lo que respecta a su rivalidad con Estados Unidos. Aunque China puede competir con Estados Unidos económica y militarmente, carece de un elemento crucial: las redes de alianzas. Estados Unidos ha construido con éxito redes de socios fiables y dignos de confianza, como la QUAD (Australia, India, Japón, Estados Unidos) y la AUKUS (Australia, Reino Unido, Estados Unidos), cuyo objetivo es disuadir posibles agresiones de Pekín en el Indo-Pacífico. Además, como se menciona en el documento, la oposición de China a las “sanciones unilaterales” sin autorización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas indica la sensibilidad de China ante las sanciones antirrusas y la determinación de Occidente de enfrentarse a los agresores. Si China invadiera Taiwán, Pekín correría la misma suerte que Moscú. Este punto del documento no mejora la imagen internacional de China y cuestiona su credibilidad como agente de paz y tercera parte independiente, ya que China presta apoyo diplomático a Rusia en la ONU y pide el levantamiento de las sanciones como medio para protegerse.

Estados Unidos ha construido con éxito redes de socios fiables y dignos de confianza, como la QUAD (Australia, India, Japón, Estados Unidos) y la AUKUS (Australia, Reino Unido, Estados Unidos), cuyo objetivo es disuadir posibles agresiones de Pekín en el Indo-Pacífico. Además, como se menciona en el documento, la oposición de China a las “sanciones unilaterales” sin autorización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas indica la sensibilidad de China ante las sanciones antirrusas y la determinación de Occidente de enfrentarse a los agresores. Si China invadiera Taiwán, Pekín correría la misma suerte que Moscú. Este punto del documento no mejora la imagen internacional de China y cuestiona su credibilidad como agente de paz y tercera parte independiente, ya que China presta apoyo diplomático a Rusia en la ONU y pide el levantamiento de las sanciones como medio para protegerse.
Por lo tanto, es crucial señalar que la posición de China sobre la guerra rusa contra Ucrania no se refiere únicamente a Rusia y Ucrania. Gira en torno al modelo de relaciones internacionales, el orden internacional y los principios que China pretende defender. Al enmarcar la guerra entre Rusia y Ucrania como un conflicto entre la OTAN y Rusia, Estados Unidos y Rusia, entre otros, los destinatarios de la postura china no son sólo Kyiv y Moscú, sino también países de otras regiones. Las propuestas chinas deben verse a través del prisma de Pekín, que se esfuerza por equilibrar sus relaciones entre Rusia y Occidente, ya que ambos son de crucial importancia para el desarrollo de China y su creciente papel en los asuntos internacionales. A pesar de las divergencias ideológicas, la profunda integración de China en la economía mundial y su modelo económico orientado a la exportación exigen mantener relaciones estables con Occidente. Al promover su visión y sus principios en el documento, Pekín está apelando al Sur Global, que interpreta el conflicto ruso-ucraniano a su manera, persigue sus propios intereses y busca equilibrar la influencia estadounidense. A medida que las relaciones entre China y Estados Unidos se desarrollan con un espíritu de confrontación en diversos ámbitos, y con el reciente incidente del globo espía como indicio de un empeoramiento de la situación, Pekín necesita ganarse el apoyo del Sur Global. Europa y la UE también son receptoras de esta posición, como demuestra la geografía de las visitas del ex ministro de Asuntos Exteriores chino Wang Yi, que incluyen Francia, Italia, Alemania y Hungría, y los debates sobre la posición china en la Conferencia de Seguridad de Múnich con los ministros de Asuntos Exteriores de Austria, Bélgica, Irlanda, Países Bajos, Reino Unido y Ucrania, junto con el Alto Representante Josep Borrell. Dado que las relaciones entre China y la UE se están enfriando y la imagen de China se ve perjudicada, China está interesada en aprovechar el concepto de autonomía estratégica de la UE, que permite a Bruselas equilibrar sus relaciones con Washington y desarrollar lazos con Pekín. La RPC intenta distanciarse de Rusia reiterando su apoyo a la paz y a la solución política. Sin embargo, esto no convence a los países europeos, como lo demuestra el hecho de que Italia haya manifestado su disposición a abandonar la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, que Lituania haya adoptado una línea dura respecto a Pekín y que los miembros de la UE en general apoyen la reducción de la dependencia de Rusia y China.
Percepción internacional del “plan de paz” chino
La reacción internacional a la postura china fue variada. Rusia acogió oficialmente con satisfacción la actividad diplomática china, afirmando que apoyaba el deseo de China de resolver el conflicto políticamente. Sin embargo, Rusia añadió que esto debería hacerse reconociendo las “nuevas realidades territoriales”, lo que no es un buen punto de partida para China y es inaceptable para Ucrania. A pesar de su retórica oficial, el Kremlin parece furioso porque China intente poner fin a la guerra sin contar con ellos. China y Rusia son países diferentes con intereses nacionales distintos que sólo a veces coinciden. De ahí que yo no caracterizaría la asociación Rusia-China como una alianza, sino más bien como un “matrimonio político de conveniencia”. La política exterior china es pragmática. La guerra ha proporcionado a China información importante sobre las capacidades y la determinación de otros países y ha empujado a Rusia hacia el abrazo de China. Sin embargo, si China pretende utilizar al Kremlin como aliado, debe detener la guerra hasta que Rusia se enfrente a una rendición incondicional en el campo de batalla de Ucrania y hasta que el sistema político ruso se derrumbe. En cuanto a la evaluación de Ucrania, Kyiv respondió con cautela a la postura china, pero identificó puntos en el documento que podrían discutirse en detalle. Cabe destacar la decisión de China de nombrar a Li Hui, un experimentado diplomático chino con amplios conocimientos sobre Rusia, que trabajó como diplomático en la embajada de China en la Unión Soviética y como embajador en Rusia. Este nombramiento podría desempeñar un papel importante a la hora de seguir comunicando la postura de China y de debatir sugerencias concretas y detalladas en interés de Ucrania, si China está realmente dispuesta a actuar como mediadora.
En cuanto a las reacciones de Occidente, cabe destacar que muchos políticos consideran un paso positivo el deseo expresado por China de mediar. Sin embargo, dudan de las verdaderas intenciones de China y les preocupan varios aspectos de los documentos publicados. Empezando por Estados Unidos, Jake Sullivan, Asesor de Seguridad Nacional de la Administración Biden, criticó a China, afirmando que el plan podría resumirse en su primer punto, que hace hincapié en el respeto de la soberanía de todas las naciones. Y añadió: “Ucrania no estaba atacando a Rusia. La OTAN no estaba atacando a Rusia. Estados Unidos no estaba atacando a Rusia. Esta fue una guerra de elección emprendida por Putin”.

de “principios” más que un plan de paz.
Fuente: Unión Europea, 2023.
La Comisión Europea también criticó el plan chino de 12 puntos para poner fin a la invasión rusa de Ucrania por considerarlo “selectivo” y basado en ideas equivocadas sobre los intereses de seguridad. La Comisión señaló que el plan chino es una iniciativa política basada en una interpretación del derecho internacional que parece sesgada y puede verse como una justificación de las acciones agresivas de Rusia. La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cree que el documento chino debe contemplarse en un contexto más amplio, como afirma: “Hay que verlos con un telón de fondo concreto. Y ese telón de fondo es que China ha tomado partido firmando una amistad ilimitada justo antes de que comenzara la invasión rusa de Ucrania”. El Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, mencionó que se había cuestionado la credibilidad de China por no haber condenado la invasión ilegal de Ucrania. Esta indecisión ha contribuido a una percepción negativa de China en la comunidad internacional.
¿Puede China salvar la brecha? Evaluación de sus perspectivas de mediación en la guerra de Rusia contra Ucrania
Teniendo en cuenta los factores mencionados, la posición de China como mediador entre Ucrania y Rusia es cuestionable por dos motivos: su indecisión y su falta de credibilidad. Los movimientos a dos bandas de Pekín y el camino de complicado equilibrio que ha elegido requerirán tiempo para reconstruir la confianza y la reputación. Sin embargo, el principal problema para mediar en la resolución pacífica de la guerra no radica en cómo China utiliza la diplomacia o proyecta su influencia y poder. En primer lugar, ninguna de las partes del conflicto ha dado muestras de estar dispuesta a negociar. Rusia ha emprendido diversas acciones para hacer desfavorables las negociaciones, como la organización de referendos ficticios, la modificación de la Constitución, la aceptación de “nuevos súbditos de la Federación Rusa” y la comisión de crímenes de guerra y asesinatos de civiles. A Ucrania no le queda más remedio que luchar hasta que el último soldado ruso abandone los territorios de Ucrania reconocidos internacionalmente.
Además, China tiene una influencia limitada sobre Rusia y Putin. Aunque Moscú depende de China para mantener la estabilidad económica, incluso frente a las sanciones, esto no limita las acciones de Putin encaminadas a utilizar el chantaje contra otros países. Por ejemplo, la decisión de Rusia de emplazar armas nucleares tácticas en Bielorrusia poco después de la visita de Xi Jinping a Moscú, donde Rusia y China emitieron una declaración conjunta para abstenerse de escalar posiciones, suscita preocupación.
La disposición de China a ser mediadora podría considerarse un paso importante para asumir la responsabilidad que busca, en consonancia con su autopercepción como “país importante”. Sin embargo, cabe señalar que la limitada participación de China en conflictos como mediadora a lo largo de los años también ha suscitado debates. Sólo ahora, bajo el liderazgo de Xi Jinping, China se está desviando por fin de los principios formulados por Deng Xiaoping. Mantener un perfil bajo ya no es una estrategia válida, y Pekín está dispuesta a participar más activamente en los asuntos internacionales. Sin embargo, el esfuerzo de China por posicionarse como mediador para la paz está impulsado principalmente por el contexto global imperante, que abarca factores como la rivalidad sino-estadounidense y la polarización política más amplia. Al examinar las experiencias de mediación de China, la mayoría se han producido en casos de conflictos turbulentos, y no puede afirmarse que hayan dado los resultados deseados. Por ejemplo, la reciente mediación para reanudar las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudí, presentada por diversos medios de comunicación como un “gran éxito logrado por la mediación china”, no es tan significativa como pudiera parecer. China entró en la fase final de las negociaciones entre ambos países, en las que ya habían mediado durante varios años países como Irak y Omán. Además, aceptaron ver a China como mediadora del acuerdo debido a la situación geopolítica de la región, en la que Oriente Medio está adquiriendo una mayor autonomía tras la retirada estadounidense de Afganistán, y los países están deseosos de construir una arquitectura de seguridad postestadounidense limitando la influencia estadounidense. Por ello, contar con China como mediador resulta adecuado.
Sin embargo, sería imprudente ignorar por completo a China y eliminarla de la lista de posibles facilitadores. Aunque China carece de experiencia diplomática en mediar con éxito en conflictos de tal envergadura como la guerra rusa contra Ucrania, sería mejor centrarse en pasos pequeños pero decisivos y concretos, dado que actualmente las negociaciones no se consideran una opción. Hay varias áreas en las que la participación de China sería bienvenida, y las acciones diplomáticas en estos ámbitos se alinearían con el documento de posición de China, el derecho internacional y los intereses del amplio conjunto de actores de la comunidad internacional.
Estas áreas incluyen:
- China podría facilitar el progreso en la liberación e intercambio de prisioneros de guerra. Si Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos participaron en uno de los intercambios de prisioneros de guerra entre Rusia y Ucrania, no hay razón para que China no pueda hacer lo mismo. Además, si China está dispuesta a ser más ambiciosa, Pekín podría intentar organizar un intercambio “todos por todos” entre Rusia y Ucrania.
- El retorno de miles de niños ucranianos deportados a la fuerza es otro ámbito en el que la implicación de China podría ser valiosa. Si China asume la responsabilidad de resolver este problema, recibirá sin duda el apoyo de la comunidad internacional.
- China podría considerar la posibilidad de ampliar el alcance del “Acuerdo de los cereales” aumentando la gama de mercancías transportadas o facilitando un acuerdo similar. Alternativamente, China podría apoyar los esfuerzos por desbloquear la mayoría de los puertos marítimos de Ucrania para restablecer el comercio y las cadenas de suministro, inspirándose en las acciones de Turquía.
Estas son algunas sugerencias en las que la participación de China podría ser útil. En general, las perspectivas de éxito de la mediación china dependerán en gran medida de cómo proceda China con su documento de posición y elabore propuestas claras y detalladas. China necesita convencer a Ucrania, a Rusia y a la comunidad internacional de que sus esfuerzos de mediación merecen la pena. La primera llamada telefónica entre Xi Jinping y Volodymyr Zelenskyi tras la invasión y las visitas del enviado especial chino a Ucrania y Rusia arrojarán probablemente algo de luz sobre las acciones concretas de China. De momento, China debe seguir presionando a Rusia por su retórica nuclear. En conclusión, para evaluar los éxitos diplomáticos de China es mejor medir las acciones que las palabras. No basta con que China se limite a hablar, sino que también debe cumplir sus principios diplomáticos.
Por Vitalii Rishko para el Centro de Diálogo Transatlántico
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