Negociaciones de paz: por qué Kyiv no debería negociar un alto el fuego con Moscú

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Desde el comienzo de la invasión rusa a fines de febrero de 2022, se ha discutido ampliamente posibles negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania. Esta idea prevaleció en los medios de comunicación occidentales y en el discurso político de muchos estados. A pesar de que la mayoría de los países y sus principales analistas creían que Ucrania caería en unos días, negociar una paz u otro “Minsk-3” parecía bastante favorable: satisfaría las necesidades de Rusia, formalizaría el apoyo a Ucrania, permitiría que los países occidentales continuaran hacer “negocios como de costumbre” con Moscú, y reduciría los costos adicionales a los que se enfrentaría Occidente. Las exitosas operaciones defensivas y de contraofensiva realizadas por Ucrania y la increíble resistencia de los ucranianos demostraron que Ucrania no solo podía resistir la agresión rusa, sino incluso hacer que Rusia pagara un alto precio por la guerra que había empezado. Además, políticos influyentes y militares profesionales afirmaron que Ucrania era capaz de liberar todos los territorios ocupados por Rusia, incluidas las regiones ocupadas antes de la invasión a gran escala, así como la península de Crimea, lo que no coincidía exactamente con las creencias de algunos líderes mundiales, académicos y analistas de relaciones internacional.

Negociaciones entre delegaciones de Rusia
y Ucrania en Estambul, 29 de marzo de 2022. 
Cem Ozdel/Anadolu Agency via Getty Images

Existe una importante incompatibilidad de intereses entre las partes en guerra. Esto se hizo evidente durante los primeros intentos de mantener negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania, que tuvieron lugar en Belarus y luego cambiaron a Turquía. Varias rondas de negociaciones no trajeron los principales resultados tangibles que uno podría haber esperado en Occidente. Muchos afirmaron que el gobierno ruso no estaba interesado en una solución diplomática en absoluto al enmarcar sus objetivos como “desmilitarización” y “desnazificación” de Ucrania. Además, Ucrania había mostrado más flexibilidad que Rusia, cuando Kyiv estaba lista para algunos compromisos con respecto a su estatus neutral, las cuestiones del idioma ruso y el regreso al statu quo anterior al 24 de febrero. Hoy en día, parece que estos dos objetivos misteriosos siguen siendo relevantes para el establecimiento político ruso. Esto indica que Rusia todavía está empeñada en conquistar Ucrania por todos los medios: matando a cualquiera que se le oponga y destruyendo Ucrania junto con su identidad nacional. Por lo tanto, Ucrania no está dispuesta a firmar otro acuerdo “Minsk-3”, que no brindaría ninguna garantía de seguridad y el restablecimiento total de la soberanía y la integridad territorial dentro de las fronteras de 1991.

Debido al hecho de que Ucrania liberó partes de los territorios ocupados por Rusia y encontró mucha evidencia de sus crímenes de guerra, es poco probable que Ucrania pueda negociar una paz justa con Rusia. Además, nadie en Ucrania apoya ningún intercambio de territorios para poner fin a la guerra, que ha causado innumerables tragedias en la sociedad ucraniana. Según una encuesta realizada por el Instituto Internacional de Sociología de Kyiv en diciembre, el 85 % de los encuestados en todo el país cree que, aunque la guerra puede durar más y la independencia de Ucrania puede verse amenazada, Ucrania no debería ceder ninguno de sus territorios bajo ninguna circunstancia. Los intereses vitales de las partes son diametralmente opuestos, lo que hace casi imposible el compromiso diplomático. Sin embargo, surgieron algunos resultados positivos de las negociaciones, como la liberación de algunos prisioneros de guerra y el desbloqueo de los puertos ucranianos del Mar Negro para permitir que se restablecieran las exportaciones de cereales a fin de abordar la crisis alimentaria provocada por la invasión rusa. Pero, de nuevo, esto solo fue posible porque Rusia tenía interés. Por ejemplo, Rusia afirmó que enfrentaba problemas para exportar productos agrícolas y fertilizantes minerales debido a las sanciones. Moscú utiliza cualquier iniciativa diplomática para hacer concesiones con el fin de levantar ciertas sanciones que dañan la economía rusa. Los analistas ucranianos a veces se refieren a esto como “una estrategia de pequeños compromisos” que Rusia emplea para mantener relaciones con Occidente y obtener concesiones de este para proclamar la victoria para su audiencia nacional. En otras palabras, Rusia puede decir que sigue siendo una gran potencia y que otras potencias líderes deben tener en cuenta la posición de Rusia.

Discurso de las negociaciones de paz y percepción errónea de las intenciones rusas

Después de que empezó la guerra a gran escala, varios actores hicieron llamados a negociar entre Rusia y Ucrania. “Denle una oportunidad a la diplomacia” es probablemente la frase más utilizada que lleva a creer que todos los conflictos se resuelven por medios diplomáticos. Probablemente. Sin embargo, este no es el caso en esta guerra. A veces, estos llamamientos se formularon de forma que Occidente debería ejercer presión sobre Ucrania y obligarla a negociar con Rusia. Además, tales propuestas fueron hechas por líderes militares estadounidenses o miembros de la administración de Joe Biden, que recibieron muchas críticas. Por ejemplo, el general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, que es el oficial militar de más alto rango de los EE. UU., sugirió durante varios foros que las operaciones exitosas de Ucrania en el terreno crearon una “ventana de oportunidad” para entablar negociaciones con Rusia. desde el punto de fuerza. También señaló que difícilmente podía imaginarse a Ucrania derrotando a Rusia durante la temporada de invierno. Otra ilusión ampliamente citada por la prensa y los políticos es que el invierno dificulta realizar operaciones militares y derrotar al enemigo. Estados Unidos, por ejemplo, no ha librado una campaña de invierno desde la guerra de Corea, mientras que Ucrania ha adquirido experiencia en combates de invierno desde la invasión rusa de 2014. Dependiendo de las condiciones climáticas, el desempeño militar puede empeorar o mejorar. Por lo tanto, no deben usarse como un medio para presionar a Ucrania a negociar. El único hecho de que Milley abogó por las negociaciones lo hace sorprendente. Al ser miembro del ejército de los EE. UU., debe estar familiarizado con esto y debe comprender las verdaderas intenciones de Rusia en esta guerra, ya que recibe toda la inteligencia necesaria.

Un nuevo escándalo que involucra a Elon Musk ilustra una vez más el nivel de incomprensión y percepción errónea de Rusia en Occidente. Musk propuso condiciones inaceptables para la solución del conflicto: reelecciones en los territorios ocupados antes del 24 de febrero de las regiones de Luhansk y Donetsk, reconocer a Crimea como parte de Rusia, garantizar el suministro de agua a la península y neutralizar a Ucrania. A los ucranianos les pareció una sugerencia para una política de apaciguamiento renovada que no pondría fin a la guerra, sino que solo alentaría al agresor a anexar más territorios ucranianos. El caso de los “tuitos” de Elon Musk también demuestra que Occidente sigue bajo la influencia de la propaganda rusa. Puede parecer que Musk no tiene nada que ver con la política internacional, aunque su postura se convirtió en un punto culminante de lo discutido por muchos analistas políticos desde el inicio de la invasión. Tal actitud une a aquellos bajo la influencia del legado ruso de ser una gran potencia nuclear, cuyos intereses deben ser considerados primero en el proceso de toma de decisiones. Además, destaca que muchos en Occidente tienden a olvidarse de las lecciones históricas que se suponía que el mundo aprendería después del final de la Segunda Guerra Mundial. Ni siquiera sorprende que el único país que apoyó abiertamente el “plan de paz” de Musk fue Rusia y sus propagandistas. Además, el Papa Francisco instó al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyi, a entablar negociaciones serias con Rusia y que “todos los actores de la vida internacional y los líderes políticos deberían hacer todo lo posible para poner fin a este “conflicto”, evitando “una escalada peligrosa”. Esto demuestra una vez más una baja comprensión del conflicto y de la situación sobre el terreno. De esta manera, tales llamados solo le hacen el juego a Rusia y crean una falsa percepción sobre Ucrania que “no quiere la paz y rechaza cualquier propuesta de este tipo”.

El 24 de octubre, un grupo de demócratas progresistas envió una carta a Joe Biden pidiéndole que buscara urgentemente posibilidades de establecer un alto el fuego en Ucrania. También le pidieron que iniciara negociaciones con Rusia. Se basó en los temores de un ataque nuclear ruso y el estallido de la Tercera Guerra Mundial. Luego de enfrentar fuertes críticas, la carta fue retractada al día siguiente. La carta se envió varias semanas después de que Rusia comenzara a bombardear la infraestructura energética y crítica de Ucrania, lo que provocó una grave crisis humanitaria. El llamamiento de estos congresistas envió una señal preocupante, que puso en duda los esfuerzos de apoyo que EE.UU. y otros aliados ya han brindado a Ucrania y destacó otra amenaza: la posible injerencia de Rusia en la política interna de EE.UU. Por ejemplo, Rusia podría usar varias figuras políticas influyentes dentro de los EE. UU. para impulsar la agenda de una “solución diplomática” que beneficiaría solo a Rusia. Existe la posibilidad de que Rusia intente aprovecharla para desestabilizar aún más a los EE. UU. sembrando discordia y tensión entre los partidos políticos. De tal forma Rusia conseguiría un EE.UU. divididos y con dificultades para acordar asistencia militar y otro tipo de ayudas a Ucrania. Impulsando la agenda de negociaciones, Rusia conseguiría congelar el conflicto y tener hora de reagruparse y prepararse para una nueva invasión.

Parece que los numerosos llamados a negociar con Moscú, los artículos en revistas y periódicos, y los análisis proporcionados por las comunidades científicas y de expertos occidentales resaltan otro problema importante: muchos en Occidente todavía miran a Ucrania a través de la lente de Rusia. De hecho, es un tema candente ya que limita el alcance de la investigación, lo que resulta en percepciones erróneas de ambos países. Tal problema es especialmente evidente en las instituciones de investigación occidentales donde los expertos en Rusia y Eurasia creen que conocen muy bien Ucrania, simplemente porque estudiaron en Rusia o vivieron allí. De hecho, muchos investigadores miran a Ucrania desde la perspectiva de Rusia, como una gran potencia en la región postsoviética, cuyos intereses están por encima de los intereses de todos los demás países vecinos. En realidad, juega con la visión de soberanía de Rusia que se remonta a la interpretación absolutista del siglo XIX. Específicamente, considera el uso de la fuerza contra los vecinos como un medio vital correspondiente al estatus de una gran potencia. Además, muchos académicos todavía creen que Ucrania pertenece a las “tierras fronterizas” de Rusia o a la “esfera de intereses privilegiados” como una vez declaró Dmitry Medvedev, que deriva de la competencia de la Guerra Fría entre los EE. UU. y la Unión Soviética. Al reconocerlo y al mismo tiempo ignorar a Ucrania como una nación soberana, el análisis de Ucrania como algo inextricablemente vinculado a Rusia socava la posibilidad de comprender las motivaciones del Kremlin.

En este sentido, es digno de mención citar a Andreas Umland, politólogo y analista del Centro de Estudios de Europa del Este de Estocolmo (SCEEUS) del Instituto Sueco de Asuntos Internacionales, quien dijo que los líderes rusos se involucran en la agresión después de saber que resultará en una victoria. Las victorias de Rusia en Moldavia, Chechenia, Georgia y Ucrania (en 2014) no alimentaron el apetito de Moscú. En contraste con la creencia popular, Rusia se estaba preparando para otras operaciones militares. Por eso es peligroso malinterpretar las intenciones rusas, ya que cualquier ganancia o victoria potencial conducirá a otra ola de agresión hasta que se detenga a Rusia.

Sin exagerar, Rusia solo puede ser detenida por la fuerza, no por negociaciones diplomáticas como muchos tienden a creer. En lugar de encontrar argumentos en contra de por qué Ucrania no debería ganar, o Rusia no debería perder, o si es necesario salvar la cara de Putin, Occidente debería realizar un trabajo sistemático que implique la cobertura de por qué la victoria de Ucrania es tan significativa no solo para Ucrania, sino para el mundo entero. Este trabajo requeriría una revisión sustancial del comportamiento de Rusia en diferentes conflictos. El papel de la historia no puede subestimarse en las realidades actuales, ya que la conducta rusa está determinada en gran medida por los precedentes históricos. Cada vez que Occidente muestra debilidad hacia Rusia, Moscú no tiene miedo de utilizar cualquier medio, incluidos los militares. Como parte de esta discusión, el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, sugirió que Occidente debería “prepararse mejor para la derrota rusa ya ahora, en lugar de tratar de explicar por qué Ucrania no puede o no debe ganar”.

Participación de Rusia en las negociaciones de paz: Acuerdos de Khasavyurt y negociaciones de Minsk

Cuando uno se acerca al comportamiento de Rusia durante varios conflictos, es posible rastrear un patrón o estrategia común que Rusia sigue. Rusia ha estado involucrada en numerosas acciones militares y procesos de negociación en el espacio postsoviético y más allá. Mi sugerencia es centrarme en dos ejemplos: los Acuerdos de Khasavyurt firmados como resultado de la Primera Guerra Chechena y las negociaciones de Minsk durante la invasión rusa de Ucrania en 2014-2015. El final de la Primera Guerra Chechena demuestra que incluso si logras llegar a un acuerdo diplomático con Rusia, Moscú se adherirá a él solo si corresponde a sus propios intereses. Rusia, como se demostró en el caso de Chechenia, intenta lograr un acuerdo que pueda interpretarse de diversas maneras mediante el uso de un lenguaje poco claro. Durante la primera campaña de Chechenia, Rusia esperaba suprimir el partido político de Dzhokhar Dudayev, que buscaba obtener la independencia de Chechenia. Mientras los intentos rusos previos de eliminar a Dudayev fracasaron, Moscú comenzó a redactar planes para una intervención militar, que se suponía que se llevaría a cabo de manera relámpago. Sin embargo, a pesar de las esperanzas rusas de un asedio rápido, la campaña duró casi dos años. Esto se debe a que los rusos no pudieron encontrar una manera de combatir las tácticas de guerra de guerrillas de los chechenos. Incluso considerando la ventaja de Rusia en mano de obra, armamento y superioridad aérea, el ejército ruso enfrentó graves bajas, lo que desencadenó una crisis política y socioeconómica dentro del país. También hubo muchas bajas entre la población civil: las estimaciones sugieren que los chechenos perdieron alrededor de 100.000 civiles, principalmente durante el asalto de Rusia a Grozny, la capital de Chechenia. Fueron las fuerzas rusas desmoralizadas y la oposición de la población rusa a un conflicto a largo plazo lo que hizo que Rusia y el presidente Yeltsin iniciaran negociaciones.

Primera guerra de Chechenia. Imágenes de la capital de Chechenia,
Grozny, después de intensos bombardeos rusos.

En la primera campaña de Chechenia, Rusia descubrió que su ejército no estaba listo para luchar contra los chechenos. La guerra expuso las debilidades del ejército ruso y nadie en el Kremlin negó que debería reformarse. Representantes de Rusia y Chechenia firmaron el acuerdo de Khasavyurt en 1996. Según el acuerdo, el conflicto entre Rusia y Chechenia debería haberse resuelto por medios políticos. Se fijó un plazo para la retirada de las tropas federales de Chechenia. Además, Rusia debía brindar asistencia para la restauración de la estructura social y económica de la República. Sin embargo, los expertos señalan que el acuerdo no explicaba cómo planeaban las partes abordar la causa fundamental del conflicto: las aspiraciones chechenas de independencia. Los observadores afirman que incluso la redacción del acuerdo no era concreta, lo que dejaba a Rusia cierta flexibilidad para maniobrar en el futuro. Otros mencionaron que Rusia reconoció a la República de Chechenia independiente al firmar el acuerdo de Khasavyurt. A pesar de ello, argumentan expertos en derecho internacional, referirse en el documento a que las partes actúan conforme al derecho internacional no significa que se reconozca la independencia. También es pertinente mencionar el hecho de que el resultado de la Primera Guerra Chechena también dividió a la sociedad rusa y al ejército. Por ejemplo, algunos de los generales rusos dijeron que “les robaron la victoria” y que no se les presentó una oportunidad final para derrotar a las guerrillas. Los ultrapatriotas de Rusia calificaron el acuerdo de Khasavyurt como “capitulatorio” y “traicionero” para Rusia. Esto, a su vez, allanó el camino para los sentimientos revanchistas dentro de la sociedad rusa y entre las élites políticas rusas, que exigieron la victoria, algo en lo que se basa su legitimidad.

Presidente de Rusia B. Yeltsin y Presidente
de la República Chechena de Ichkeria
A. Maskhadov en Moscú, 12 de mayo de 1997

Por eso, el acuerdo de Khasavyurt es un claro ejemplo de cómo Rusia sigue intentando alcanzar sus objetivos después de derrota. Moscú intenta obtener la victoria arreglando sus errores anteriores, organizando mejores planes para las operaciones militares y reorganizando sus fuerzas militares. Rusia también cambió su estrategia de comunicación y priorizó la guerra de información. En efecto, los propagandistas rusos describieron la Segunda Guerra Chechena como una guerra diferente, enfatizando la “naturaleza terrorista de la amenaza chechena”. Continuaron mencionando bombardeos de apartamentos en Moscú y otras ciudades, que muchos investigadores afirman que es obra del FSB para justificar una nueva guerra. Y la sociedad rusa cambió gradualmente su opinión sobre la guerra de Chechenia. El 65% de los encuestados en una encuesta de opinión pública declaró que apoya mantener a Chechenia en Rusia por todos los medios, incluidos los militares. Usando el caso de la Primera Guerra Chechena para vincular los acontecimientos actuales, uno podría encontrar comentarios interesantes del propagandista ruso Zakhar Prilepin. En una discusión con Olga Skabeeva, otra importante propagandista rusa, argumentó que Rusia no lograría sus objetivos bombardeando la infraestructura de Ucrania. En cambio, Moscú tiene que negociar con Volodymyr Zelenskyi. Además, Prilepin fue más allá y dijo abiertamente que Rusia tenía que obligar a Ucrania a negociar con Rusia. Esto se debe a que Moscú estará ocupado reagrupando fuerzas y, al final, estará listo para terminar la guerra mediante una ofensiva militar de todos modos. Además, sin dudarlo, mencionó que Rusia necesita “un nuevo Khasavyurt”, lo que, por supuesto, será una vergüenza para Rusia, pero solo será de carácter temporal para Moscú. Las verdaderas intenciones de Rusia no pueden explicarse tomando en serio las palabras de la propaganda rusa. Aun así, dado el hecho de que los programas de propaganda de la televisión rusa a menudo son escenificados, uno podría suponer lógicamente que fueron ordenados por el Kremlin para transmitir el mensaje de que Rusia necesita negociaciones.

Las segundas negociaciones de Normandía en Milán
el 17 de octubre de 2014.

Es crucial seguir el resultado de las negociaciones de Minsk, allá por 2014-2015, cuando Ucrania se vio obligada a negociar con Rusia a la luz de los fracasos en el campo de batalla. En realidad, Ucrania negoció con Rusia bajo presión, que provenía no solo del Kremlin sino también de los socios de Ucrania, Alemania y Francia, que actuaron como mediadores durante el conflicto. En el primer intento de establecer la paz, el Grupo de Contacto Trilateral, integrado por representantes de Ucrania, la OSCE y Rusia, redactó el Protocolo de Minsk. Los representantes de los llamados “RPD” y “RPL” también estuvieron entre los firmantes. El protocolo no produjo ningún resultado porque los mercenarios liderados por Rusia continuaron violando el acuerdo de alto el fuego y lanzaron una operación ofensiva en el aeropuerto de Donetsk. Además, unos días antes de la firma del Protocolo, las fuerzas ucranianas fueron rodeadas durante la Batalla de Ilovaysk, que se convirtió en uno de los capítulos más trágicos de la historia de la invasión rusa. Antes de eso, las tropas ucranianas liberaron una ciudad tras otra. Sin embargo, las fuerzas regulares del ejército ruso cruzaron la frontera el 23 y 24 de agosto, cambiando el equilibrio y creando condiciones desfavorables para las fuerzas ucranianas sobre el terreno. Dado que las tropas ucranianas estaban rodeadas, la parte rusa propuso abrir un corredor humanitario, que luego fue bombardeado sin piedad por el ejército ruso. El número estimado de bajas varía, sin embargo, según la investigación preliminar, 366 soldados ucranianos fueron muertos y 429 heridos, 128 fueron capturados y 158 desaparecidos. El único episodio de Ilovaysk indica lo que realmente significan las garantías de Rusia en la práctica.

Conmemoración de los soldados ucranianos muertos
en las batallas por Debaltseve en la ciudad de Lutsk,
18 de febrero de 2021

A pesar del alto el fuego acordado en términos del Protocolo de Minsk, los rusos continuaron bombardeando y avanzando hacia territorio ucraniano. Consiguieron capturar el aeropuerto de Donetsk después de que las tropas ucranianas lo defendieran durante 242 días. A fines de enero de 2015, el Protocolo de Minsk colapsó por completo porque Rusia no lo tomó en serio. La necesidad de llevar a cabo otra ronda de negociaciones fue provocada por otra batalla por la ciudad estratégicamente significativa de Debaltseve. Esta ciudad está ubicada en un cruce de carreteras y ferrocarriles. Aunque Ucrania, Rusia, Alemania y Francia mantuvieron conversaciones el 12 de febrero y firmaron un acuerdo, las fuerzas rusas continuaron bombardeando y realizando un ataque a Debaltseve. Esto resultó en graves bajas entre los soldados ucranianos. Parecía que Rusia estaba retrasando a propósito la firma del documento para aumentar su poder de negociación y lograr mejores resultados, simplemente tomando posesión de más territorios. Por lo tanto, la versión final de los acuerdos de Minsk estuvo muy influenciada por los combates sobre el terreno. Minsk-2 fue, por lo tanto, el resultado de un desacuerdo absoluto entre Rusia y Ucrania. La secuencia de acciones hacia la implementación del acuerdo fue uno de los principales obstáculos. Ucrania exigió seguridad antes de pasar a la implementación de la parte política del acuerdo.

De hecho, las disposiciones de los acuerdos de Minsk habrían llevado a la pérdida de la soberanía ucraniana a través de la federalización. Esto convertiría a las regiones reintegradas de Donetsk y Lugansk en un obstáculo para llevar a cabo una política exterior verdaderamente independiente. Habrían tenido derecho a vetar cualquier intento de adherirse a la OTAN y la UE. Se podría argumentar que Ucrania se benefició del acuerdo, ya que le permitió detener los principales enfrentamientos y le dio tiempo a Ucrania para reconstruir su ejército y su economía. Pero Rusia también obtuvo un beneficio: tuvo la oportunidad de escalar la situación dentro de Ucrania siempre que quisiera impulsar su propia agenda sin preocuparse demasiado por su reputación. Es por eso que generalmente se violó un alto el fuego: Rusia no retiró el armamento pesado y los sistemas de artillería de acuerdo con el acuerdo. Los informes de la OSCE a menudo indicaron violaciones del alto el fuego cientos o incluso miles de veces al día. También diría que las negociaciones de Minsk fueron utilizadas principalmente por Rusia para planificar una invasión total y controlar la reacción del Occidente colectivo. Como resultado, el acuerdo de Minsk en su esencia fue diseñado de tal manera que no podía resolver el conflicto.

En términos generales, Ucrania fue humillada por los acuerdos de Minsk, que no hicieron más que traer más bajas. El ACNUDH en uno de sus informes mencionó que el número total de víctimas estimadas en Ucrania desde abril de 2014 hasta diciembre de 2021 fue de 51 000 a 54 000. Aproximadamente 14 000 a 15 000 personas murieron en esta guerra y el resto resultó herido. Además, Rusia afirmó que no era parte del conflicto, lo que dificultó aún más la implementación de cualquier acuerdo en la práctica. Después de que Volodymyr Zelenskyi se convirtiera en presidente de Ucrania, Moscú esperaba que Ucrania aceptara todas las condiciones que pudiera tener para la resolución pacífica del conflicto. Los antecedentes y la inexperiencia política de Zelenskyi hicieron que el Kremlin pensara que la posición flexible del recién elegido presidente ucraniano funcionaría para Moscú. Sin embargo, las demandas rusas no podrían haber sido satisfechas, ya que habría significado perder la soberanía de Ucrania, lo cual era inaceptable. Por lo tanto, después de las negociaciones de alto nivel de los Cuatro de Normandía en 2019, quedó claro que las esperanzas de Rusia de obligar a Zelenskyi a aceptar las demandas rusas fracasaron. Hay un problema que Moscú aún no comprende cuando se trata de su evaluación de Ucrania. No importa quién sea el presidente de Ucrania, él o ella nunca aceptaría las condiciones rusas debido a la posición de una sociedad civil. El tema de las negociaciones con Rusia es extremadamente sensible para el pueblo ucraniano. Cualquier intento de negociar con Rusia enfrentaría una fuerte resistencia de la sociedad y terminaría en el colapso del gobierno. Incluso el propio presidente Zelenskyi fue criticado con frecuencia por su visión inconsistente de Rusia después de su elección. En ese momento, creía que era posible negociar una paz justa con el Kremlin.

Teniendo en cuenta los planes de Rusia para Ucrania, está bastante claro que Moscú no estaba interesado en un acuerdo pacífico, dado que las áreas controladas por Rusia de las regiones de Donetsk y Luhansk han sido objeto de pasaporte. Las propias fuentes oficiales rusas afirmaron que emitieron más de 720 000 pasaportes a residentes de las denominadas “RPD” y “RPL”, lo que constituye una flagrante violación del derecho internacional y de la soberanía e integridad territorial de Ucrania. Son las diferentes interpretaciones de la soberanía por parte de Ucrania y Rusia las que están en el centro de cualesquiera posibles negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia. Por lo tanto, es poco probable que se logre un acuerdo de paz justo a menos que Moscú cambie su posición, que se mantuvo igual desde 2014-2015.

Intentar negociar la paz con Rusia entonces y ahora es un error crítico de los socios ucranianos en el extranjero. Por eso, el legado de Alemania y Francia debería ser un ejemplo para todos en Occidente. Presionar a Ucrania para que negocie con Rusia, como lo hizo bajo el liderazgo de Angela Merkel y Francois Hollande, solo servirá a los intereses rusos.

Ucrania y Rusia están lejos de las negociaciones

Los dos casos mencionados anteriormente dan a entender que Rusia utiliza las negociaciones para ocultar sus verdaderas intenciones. El caso de la Guerra Chechena y los Acuerdos de Khasavyurt demuestra que incluso si llega a algún acuerdo con Rusia, Moscú se adherirá al acuerdo siempre que sea beneficioso para ella. A pesar de una grave crisis política y económica, la población rusa no olvida las pérdidas pasadas y seguirá exigiendo victorias a sus líderes, influida por la propaganda rusa. Crecientes sentimientos revisionistas pueden conducir a un nuevo intento de ganar una guerra.

Como resultado de las negociaciones de Minsk, es posible observar la actitud de Rusia hacia Ucrania. Vemos que el acuerdo de Minsk, de hecho, expuso los puntos de desacuerdo entre los dos países. No tuvo ningún éxito ya que Rusia no había mostrado ninguna flexibilidad o voluntad de compromiso. En cambio, Moscú usó el acuerdo para presionar a Ucrania, crear tensiones y sembrar discordia dentro del país, dividir a la gente y preparar el terreno para una invasión a gran escala. La causa fundamental de la imposibilidad de negociar una paz justa con Moscú es que Rusia no reconoce a Ucrania como nación soberana. Además, Kyrylo Budanov, el jefe de inteligencia ucraniano, afirmó que el 82% de los rusos apoyan las hostilidades en Ucrania. Ese es un factor crucial a considerar, ya que muchos en Occidente creen que esta es solo la guerra de Putin. Sin embargo, debemos admitir que Ucrania lucha no solo contra el régimen ruso sino también contra el pueblo ruso.

Por lo tanto, en lugar de buscar negociaciones que solo brindarían a Rusia la oportunidad de reagruparse, es vital continuar apoyando a Ucrania proporcionando el equipo militar necesario. Durante el invierno, otro paso crucial es fortalecer la resiliencia de la infraestructura energética y crítica de Ucrania. Las negociaciones con Moscú ahora no son más que un retraso para otra guerra. Debe admitir que los intentos anteriores de apaciguar a Rusia no funcionaron y solo aumentaron el apetito ruso. Pedirle a Ucrania que negocie ahora es similar a pedirle a Winston Churchill que negocie con Adolf Hitler durante la Batalla de Gran Bretaña. La movilización en Rusia está enviando una señal de que Moscú no tiene la intención de abandonar la idea de conquistar toda Ucrania. Al iniciar una invasión a gran escala, Vladimir Putin y Rusia se inscribieron en un juego de suma cero. Después de enfrentar varias pérdidas importantes, Rusia no cambió su posición. Contrariamente a esto, el Kremlin desea prolongar la guerra para recuperar la iniciativa en el contexto del bombardeo de infraestructura crítica junto con el invierno armado. Además, Moscú está intentando hacer todo lo posible para retrasar los suministros de ayuda militar occidental a Ucrania y tratando de movilizar a más personas para luchar en Ucrania. El costo de continuar la guerra se ha vuelto relativamente bajo ya que la probabilidad de ganar supera cualquier pérdida potencial para ambas partes. Para Ucrania, es una oportunidad de retomar todos los territorios capturados. Rusia puede tener la esperanza de traer algunas victorias a su audiencia nacional y mostrarle a Occidente que todavía es capaz de luchar. Más aún, para Putin, continuar la guerra es una cuestión de vida o muerte, tanto política como física. Por eso el tema de las negociaciones no está sobre la mesa ahora mismo.

Además, los socios de Ucrania deberían estar listos para aumentar el apoyo en medio de informes de una nueva invasión potencial del territorio de Ucrania desde Belarus. Como acertadamente mencionó el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, es Ucrania la que tiene que decidir cuándo iniciar las negociaciones y qué tipo de condiciones. También enfatizó que “si deseamos un resultado de esas negociaciones, que asegure que Ucrania prevalece como una nación soberana e independiente, debemos brindar apoyo militar a Ucrania”. A la luz del hecho de que esta guerra tiene un significado existencial para Ucrania, me parece relevante mencionar las palabras de Golda Meir: “Si perdemos una guerra, será el final para siempre, y desapareceremos de la tierra. Si uno falla en entender esto, entonces uno falla en entender la obstinación. Tenemos la intención de seguir con vida. Nuestros vecinos nos quieren ver muertos. Esta no es una pregunta que deje mucho espacio para el compromiso”.

La convicción de que todas las guerras terminan diplomáticamente está lejos de la realidad y ha habido numerosas guerras que se libraron hasta concluir en el campo de batalla. Es seguro que cualquier hipotético acuerdo contemplaría un alto el fuego que podría traer más represión a millones de ucranianos en los territorios ocupados. Los ejemplos de Bucha, Irpin, Hostomel, Izium, Mariupol y muchas otras ciudades hablan por sí mismos. Rusia violaría el acuerdo de todos modos, como lo fue en el contexto del acuerdo de Minsk porque a Moscú simplemente no le importan los costos de reputación. Además, los rusos no estarán dispuestos a retirarse de los territorios ya ocupados mientras sean estratégicamente importantes para que Moscú preserve una cabeza de puente para futuras operaciones ofensivas.

Como nota final, Volodymyr Zelenskyi describió las demandas clave de Ucrania para iniciar negociaciones con Rusia: retiro de las tropas rusas, devolución de las tierras ocupadas de Ucrania, compensación por daños de guerra y enjuiciamiento por crímenes de guerra. Es la única manera de lograr una paz justa y sostenible. El Occidente colectivo ahora debe apoyar la posición del presidente ucraniano y abandonar la fantasía de cambiar la realidad donde Ucrania no es lo suficientemente fuerte y Rusia aún puede prevalecer. Las fuerzas ucranianas han retomado la iniciativa estratégica en esta guerra. El poder de negociación de Ucrania solo aumentará en medio del continuo progreso en la liberación de sus territorios. Como subrayó Kaja Kallas, primer ministro estonio, no hay necesidad de presionar por una paz prematura ahora. A menos que Rusia abandone su objetivo de conquistar nuevos territorios en Ucrania, las negociaciones de paz tienen pocas posibilidades de lograr algo. La historia muestra que el apaciguamiento fortalece y alienta a los agresores y que la agresión sólo puede detenerse por la fuerza. Rusia no ha logrado ninguno de sus objetivos desde que declaró la guerra. Kherson, el único centro regional que logró apoderarse después del 24 de febrero, ya se ha perdido. Finalmente, el último estudio realizado por el grupo sociológico “Rating” a pedido del Centro de Diálogo Transatlántico reveló que la victoria en la guerra es la liberación de todos los territorios ucranianos, incluida Crimea y los territorios temporalmente ocupados de las regiones de Donetsk y Lugansk: la opinión es apoyado por el 85% de los encuestados ucranianos. Antes de iniciar cualquier negociación con Rusia, se debe considerar la opinión de la sociedad ucraniana. El pueblo ucraniano está listo para luchar hasta la victoria, a pesar de bombardeos de la infraestructura energética y los constantes apagones en todo el país. La voluntad del pueblo debe ser respetada, y los observadores y políticos de Occidente deben detener de inmediato sus llamamientos poco realistas a las negociaciones. El impulso de las negociaciones solo desmoralizará a los soldados ucranianos y a la sociedad civil ucraniana, lo que conducirá a una percepción errónea sobre las intenciones del Occidente colectivo en esta guerra. Ucrania no planea darse por vencida, sin importar cuán desesperada esté Rusia por ganar algo de tiempo promoviendo negociaciones.

Vitalii Rishko, Investigador visitante de TDC