A medida que Ucrania acepta un alto el fuego de 30 días, la atención se centra en la respuesta de Rusia. Si bien la tregua temporal puede ofrecer un breve respiro, persiste el alto riesgo de que se convierta en una pausa estratégica para las fuerzas rusas. En un artículo para The Paper, Maksym Chebotarov, Сoordinador del Programa de Cooperación EE. UU.–Ucrania en el Centro del Diálogo Transatlántico, subraya los desafíos críticos que se avecinan y advierte que, sin un marco de seguridad sólido, el alto el fuego podría no traducirse en una paz duradera.

El acuerdo, alcanzado durante las conversaciones entre EE. UU. y Ucrania en Arabia Saudita, fue presentado como un paso necesario hacia la desescalada. Sin embargo, la exclusión de Rusia de las discusiones iniciales genera preocupación de que Moscú aproveche la tregua para reforzar su posición militar en lugar de participar en negociaciones de buena fe. "El principal desafío de las negociaciones recae en la parte rusa, y en última instancia depende de si Rusia muestra buena voluntad para establecer un marco sostenible que permita aliviar la situación y avanzar gradualmente hacia la resolución de la guerra," señaló Chebotarov.
Acuerdos anteriores, como los Acuerdos de Minsk, han demostrado que los altos el fuego temporales sin mecanismos claros de aplicación solo sirven para retrasar el conflicto en lugar de resolverlo. Las acciones militares intensificadas de Rusia en la región de Kursk subrayan aún más los riesgos de un alto el fuego que carece de garantías de seguridad sólidas para Ucrania. "Por un lado, Moscú tiene una necesidad estratégica clara de mostrar fuerza y ejercer presión sobre el proceso de negociación. Por otro lado, corre el riesgo de escalar la tensión al límite, especialmente considerando la suspensión parcial de la asistencia militar y de inteligencia por parte de EE. UU.," analizó Chebotarov.
Maksym Chebotarov también ofreció un análisis sobre la estrategia militar y política de Rusia en relación con la región de Kursk. Destacó que, desde la perspectiva rusa, recuperar Kursk constituye un objetivo estratégico legítimo, lo que obliga a Ucrania a responder en consecuencia. Hizo hincapié en que Ucrania considera que el control de Kursk es crucial para la seguridad y como herramienta de negociación en las conversaciones sobre los territorios ocupados. Chebotarov también señaló que las acciones de Rusia buscan ejercer presión sobre las negociaciones del alto el fuego, aprovechando la suspensión temporal de la ayuda militar estadounidense. Advirtió que esta escalada por parte de Rusia conlleva riesgos, especialmente en lo que respecta a una posible respuesta por parte de EE. UU.
Si bien EE. UU. se ha comprometido a reanudar la ayuda en materia de seguridad a Ucrania, persisten las dudas sobre si este apoyo será suficiente para mantener las capacidades defensivas del país. La respuesta de los aliados europeos—incluidos el Reino Unido y Francia—demuestra su respaldo a una participación continua de Occidente, pero serán los próximos pasos de Rusia los que determinarán si el alto el fuego se mantiene o se desmorona.
En última instancia, una paz sostenible requiere más que una simple cesación temporal de hostilidades. Sin compromisos firmes por parte de Occidente y un marco de seguridad claro, ya sea a través de la OTAN, acuerdos bilaterales o iniciativas lideradas por Europa, Ucrania corre el riesgo de enfrentarse a otro conflicto congelado en lugar de alcanzar una estabilidad real. Las próximas semanas pondrán a prueba si la diplomacia puede asegurar una resolución justa y duradera o si, por el contrario, solo prepara el terreno para otro ciclo de guerra.
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