Socavando la Resiliencia: la Campaña Multifacética de Rusia para Desestabilizar Internamente a Ucrania

by Matvii Pidlisnyi

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Puntos Сlave

  • Rusia lleva a cabo una campaña multifacética de desestabilización interna contra Ucrania, que opera en paralelo con su agresión militar para socavar la resiliencia nacional y la cohesión social.
  • Esta campaña integra Ataques cinéticos (sabotaje, violencia, a menudo utilizando menores reclutados), Ataques cibernéticos (interrupción de servicios, robo de datos, deepfakes) y potentes Operaciones de tipo informativo-psicológico (desinformación, explotación de divisiones sociales).
  • Las operaciones de información y psicológicas son especialmente eficaces para erosionar la confianza y la unidad social, mientras Rusia adapta constantemente sus tácticas en todos los frentes, aprovechando la tecnología y explotando vulnerabilidades como el reclutamiento a través de redes sociales.
  • Las instituciones ucranianas contrarrestan activamente estas amenazas híbridas, pero comprender la compleja interacción y evolución de la estrategia integrada de Rusia es crucial para desarrollar defensas eficaces.
  • Los esfuerzos de desestabilización interna de Rusia representan una amenaza continua y adaptativa, dirigida a fracturar la unidad ucraniana desde dentro, lo que exige una vigilancia constante y estrategias de respuesta sostenidas.

De 2014 a 2025, durante los años de guerra con Rusia, a medida que su fase híbrida evolucionaba hacia una invasión a gran escala, Ucrania se enfrentó a numerosos intentos de desestabilizar su situación interna. Estos esfuerzos pueden clasificarse en función de su eficacia y de los tipos de ataques utilizados, incluidas campañas de información, ciberataques, operaciones de sabotaje y presión económica.

Al considerar los métodos de desestabilización interna, estos pueden diferenciarse según su impacto en áreas clave de la vida pública: ataques cinéticos (con el uso de la fuerza), ataques cibernéticos (de piratería informática) y operaciones de tipo informativo-psicológico.

El último aumento notable de actos terroristas y violencia en Ucrania indica un nuevo vector táctico en las operaciones subversivas de Rusia en el territorio del país. Los servicios de inteligencia rusos han recurrido repetidamente a métodos tradicionales de desestabilización, pero la intensificación de estas actividades hoy en día apunta a un giro hacia medios y formas de influencia más agresivos.

Ataques cinéticos

Este método de desestabilización tiene como objetivo principal a quienes desempeñan un papel crucial en la defensa y la resiliencia del país durante tiempos de guerra: el personal militar, los organismos de seguridad, los servicios de emergencia y otros. Esta categoría incluye actos terroristas destinados a intimidar a la población civil y destruir infraestructuras críticas o civiles. El impacto general de este método se dirige principalmente a minar la moral tanto de la población civil como de las fuerzas armadas.

Más específicamente, los ataques cinéticos se manifiestan en agresiones contra el personal militar, atentados con coches bomba dirigidos a miembros de las fuerzas armadas, ataques terroristas en instalaciones militares o en lugares donde se encuentran mandos militares, así como ataques contra infraestructuras como edificios administrativos o estaciones de tren.

Los ataques cinéticos no son únicamente una herramienta de confrontación física y desestabilización; también tienen una dimensión psicológica, cuyo objetivo es infundir miedo e incertidumbre en la sociedad. La finalidad es enviar un mensaje a la población civil de que todos los componentes esenciales de su seguridad están bajo amenaza, en particular aquellos que los protegen — las fuerzas armadas — y quienes gestionan las consecuencias de los bombardeos, incendios y destrucción — los servicios de emergencia y las fuerzas del orden.

En los últimos meses, se llevaron a cabo ataques explosivos contra centros territoriales de reclutamiento en Rivne, Kamianets-Podilskyi y Pavlohrad; en Ivano-Frankivsk se cometió un atentado terrorista premeditado con la detonación de artefactos explosivos improvisados; en Mykolaiv fue arrestado un agente de la Federación Rusa que preparaba un ataque en una zona residencial; y en Zhytomyr, un escolar de 16 años fue detenido mientras preparaba la detonación de un artefacto cerca de un edificio administrativo. Uno de los métodos utilizados en estos atentados terroristas consiste en colocar explosivos y luego llamar a la policía para atraerla a una trampa. Por ejemplo, en noviembre de 2024, se descubrió una trampa con granada en un apartamento tras una falsa llamada por violencia doméstica: el agente responsable fue detenido.

Fuente: Fiscalía General del Estado

Según datos de las fuerzas del orden, Rusia suele emplear estos métodos reclutando a menores de edad, quienes son eliminados tras cumplir sus tareas o abandonados sin ningún tipo de apoyo por parte de sus coordinadores. Estos métodos son relativamente fáciles de ejecutar, ya que los servicios de inteligencia rusos pueden encontrar fácilmente ejecutores a través de las redes sociales, especialmente en plataformas rusas como VKontakte y Odnoklassniki, ofreciendo compensación económica a cambio de cumplir con ciertas tareas. El reclutamiento suele presentarse en forma de anuncios que prometen dinero fácil sin necesidad de experiencia. Esto permite la implicación masiva de personas que, tras seguir un enlace, comienzan a comunicarse con sus coordinadores.

La complejidad de las tareas asignadas aumenta de forma gradual: por ejemplo, a algunos se les pide inicialmente que envíen fotos de vehículos militares estacionados en zonas residenciales; a otros, que compren gasolina o mezclas químicas; y finalmente, se instruye a los nuevos reclutas a incendiar vehículos en coordenadas específicas. Los reclutadores nunca revelan la verdadera naturaleza de las tareas, presentándolas en su lugar como actos de venganza personal. A los menores no se les informa que están trabajando para Rusia; en cambio, se manipulan sus emociones para involucrarlos progresivamente en actividades delictivas. Según el subdirector de la Policía Nacional, en ninguno de los casos se observaron sentimientos prorrusos o anti-ucranianos entre los perpetradores: la mayoría actuó únicamente por beneficio económico. También existen casos de reclutamiento mediante chantaje, en los que se recopila información personal — por ejemplo, fotografías — y se utilizan amenazas de difusión, como en el caso de una niña de 14 años en Ternópil que estaba fabricando un artefacto explosivo improvisado para colocarlo debajo de un coche patrulla.

Los servicios de inteligencia ucranianos contrarrestan activamente estos esfuerzos de sabotaje, y existe abundante información sobre estos ataques cinéticos en informes oficiales de la Fiscalía, la policía y otros organismos que han logrado frustrar actos terroristas. Solo en 2024, fueron detenidas 316 personas en virtud de los artículos 113, 114 y 194 del Código Penal de Ucrania[1]: 205 hombres, 98 menores y 13 mujeres. A principios de 2025, ya se han detenido 76 personas: 50 hombres, 16 menores y 10 mujeres.

El 11 de marzo, una agencia de inteligencia rusa hizo explotar en Ivano-Frankivsk a dos de sus propios agentes, dos menores locales de 15 y 17 años, que portaban un artefacto explosivo improvisado cerca de la zona de la estación de ferrocarril. Fuente: BBC

Los artefactos explosivos improvisados suelen detonarse de forma remota mediante llamadas telefónicas, que activan un detonador eléctrico. Los coordinadores a menudo exigen la colocación de un segundo teléfono, camuflado en las cercanías, para grabar el acto terrorista. Estos videos son luego utilizados por canales de propaganda rusos, presentados como si hubieran sido filmados en el lugar por testigos, y se emplean para representar supuestos actos de ira o protesta contra determinadas instituciones.

Ataques cibernéticos

Este método abarca principalmente ciberataques que representan una amenaza para las redes de comunicación y tienen como objetivo interrumpir el funcionamiento de los servicios públicos y el acceso a la información. Esto incluye intentos de infiltración y hackeo de plataformas de mensajería privadas utilizadas por los ucranianos, ciberataques contra el sistema energético (por ejemplo, la desactivación de subestaciones) y ataques a gran escala contra los registros estatales del Ministerio de Justicia y otros sistemas de información gubernamentales, con el objetivo de privar a Ucrania de datos críticos.

Incluso antes de la invasión a gran escala, los ciberataques de Rusia ya eran objeto de un minucioso escrutinio por parte del Parlamento Europeo, que en uno de sus informes ofreció un análisis detallado de dichos ataques, su posición al respecto y una serie de recomendaciones. Este nivel de atención por parte de la comunidad europea subraya aún más el carácter sistémico de estos ataques. Según el análisis del Parlamento Europeo, los ciberataques rusos han incluido agresiones contra sistemas de comunicación como el Kyiv Post y la red satelital KA-SAT, el ataque IsaacWiper contra sitios web gubernamentales, y un ataque a una estación de control fronterizo diseñado para impedir la entrada de refugiados en Rumanía, todo ello en el marco más amplio de la guerra cibernética de Rusia contra Ucrania. En respuesta, la UE lanzó en 2021 el Programa de Ciberseguridad UE–Ucrania para reforzar la capacidad digital del país frente a este tipo de ataques.

Los ciberataques suelen ser llevados a cabo por grupos de hackers que operan principalmente desde territorio ruso. Estos grupos realizan intentos sistemáticos de explotar vulnerabilidades técnicas en los servidores de empresas privadas, organismos gubernamentales y organizaciones no gubernamentales. En una era de tecnologías de la información en rápida evolución, los ciberataques se han convertido en una de las principales herramientas utilizadas para desestabilizar un país desde dentro. Por ejemplo, en 2024, el jefe de la Administración Militar Regional de Donetsk, Vadym Filashkin, se vio obligado a publicar una declaración en video desmintiendo una campaña de desinformación difundida en redes sociales mediante el uso de tecnología deepfake (un tipo de inteligencia artificial utilizada para crear videos o imágenes falsas que parecen muy realistas al reemplazar el rostro, la voz o las acciones de una persona).

Dado que el mundo actual está cada vez más digitalizado — con los recursos en línea representando el 90% del consumo de información de la población y con datos esenciales de todos los sectores estatales almacenados en formatos electrónicos — los ciberataques bien ejecutados pueden ser altamente eficaces para desestabilizar los asuntos internos. Las operaciones cibernéticas de Rusia en Ucrania han afectado gravemente a los sectores estatal, energético, mediático, financiero, empresarial y no gubernamental.

Desde el 24 de febrero de 2022, incluso los ciberataques esporádicos han tenido un impacto negativo indirecto en la distribución de medicamentos, suministros alimentarios y asistencia de emergencia. Aunque los objetivos de los ciberataques varían, su finalidad última es la misma: provocar caos y disfunción en múltiples sectores de la sociedad mediante la restricción del acceso a servicios, el robo de información y la difusión de desinformación.

Las campañas de phishing y los correos electrónicos de spam dirigidos a instituciones gubernamentales, el uso de malware para destruir datos, y ataques como el ataque DDoS de febrero de 2022, cuyo objetivo fue deshabilitar sitios web gubernamentales — particularmente en los sectores bancario y energético — han tenido consecuencias tangibles y una eficacia real, generando pánico entre la población. No obstante, cabe destacar que la infraestructura informática de Ucrania ha demostrado ser significativamente más resiliente de lo que los expertos occidentales anticipaban. Por lo tanto, los ciberataques rusos — como método para desestabilizar la situación interna de Ucrania — deben considerarse como impactantes tanto en el ámbito militar como en el civil, aunque sin subestimarse ni sobrestimarse en cuanto a su efectividad general.

Operaciones de Tipo Informativo-Psicológico

Este método de desestabilización se utiliza ampliamente como herramienta de manipulación psicológica durante tiempos de guerra y tiene como objetivo distorsionar la percepción de la realidad. En Ucrania, se ha manifestado a través de informes falsos sobre amenazas de bomba contra infraestructuras civiles, noticias falsas y desinformación diseñada para alimentar la hostilidad y profundizar los sentimientos de injusticia o descontento entre la población.

Collage de Vitalii Solonyi / ArmyInform

Los ataques informativo-psicológicos manipulan principalmente temas cargados de emociones que resuenan profundamente en la sociedad ucraniana. Uno de estos temas es la Revolución de la Dignidad, un movimiento de protesta masiva que tuvo lugar entre 2013 y 2014. Durante este movimiento, los ucranianos salieron a las calles para exigir reformas democráticas y oponerse a la corrupción gubernamental. Este acontecimiento sigue siendo un momento definitorio y altamente sensible en la historia moderna de Ucrania, asociado tanto con el orgullo cívico como con el trauma nacional.

Las campañas de información rusas explotaron deliberadamente estos sentimientos. Por ejemplo, la llamada campaña de desinformación “Maidán-3” (llamada así por “Maidán”, la palabra ucraniana para “plaza”, en referencia a la plaza central de Kyiv donde tuvieron lugar las protestas) fue una operación encubierta destinada a sembrar el pánico y la división. La campaña sugería falsamente que las Fuerzas Armadas de Ucrania debían liderar un nuevo levantamiento para derrocar a lo que presentaban como un gobierno ilegítimo. El objetivo era fabricar un conflicto interno, socavar la confianza pública en las instituciones y reavivar el temor a la inestabilidad nacional. Estas narrativas fueron promovidas activamente por los servicios de inteligencia rusos y financiadas generosamente como parte de un esfuerzo más amplio para desestabilizar Ucrania desde dentro.

Estrechamente vinculada a esto está una narrativa más reciente que cuestiona la legitimidad del presidente de Ucrania. En febrero de 2025, una encuesta del KIIS muestra que el 57 % de los ucranianos confía en el presidente Zelenski, mientras que el 37 % no lo hace, lo que indica una disminución en la confianza desde el 52 % en diciembre de 2024. Esto se ha convertido en parte de una campaña manipuladora más amplia por parte de los servicios de inteligencia rusos, diseñada para convencer a los ucranianos de que el país está cayendo en la anarquía y que el poder ha sido usurpado. A pesar de que las cifras reales de apoyo a Zelenski se sitúan en el 57 %, esta narrativa ha logrado resonar incluso en la opinión pública internacional, amplificada por medios de comunicación globales y figuras políticas como Trump. Las falsas amenazas de bomba cumplen una doble función: adormecer al público generando una falsa sensación de seguridad y desensibilizarlo ante las alertas, lo que podría llevar a las personas a ignorar las sirenas antiaéreas y, una vez que se instala la complacencia, permitir la ejecución de un atentado terrorista real.

Por lo tanto, los ataques informativo-psicológicos son quizás el método más cínico — y posiblemente el más eficaz — de desestabilización interna. Manipulan las emociones y explotan temas socialmente sensibles. Su eficacia radica en la presión psicológica combinada con el carácter persuasivo de la desinformación, cuyo objetivo es sembrar dudas en la sociedad, alimentar la confrontación y difundir narrativas alternativas. La creación de una ilusión de una “verdad alternativa” es especialmente peligrosa. Su mensaje manipulador se presenta como un “punto de vista diferente”, pero en realidad se basa en hechos distorsionados y falsedades descaradas. Esta técnica provoca incertidumbre, fomenta la división interna, alienta la búsqueda de chivos expiatorios dentro de la sociedad y oscurece la imagen del verdadero agresor. Está dirigida no solo a desacreditar las instituciones gubernamentales, sino también a socavar el tejido social — algo que resulta críticamente inaceptable durante tiempos de guerra.

Ya en 2022, el Departamento de Estado de EE. UU. identificó los objetivos de la guerra informativo-psicológica de Rusia: retratar falsamente a Ucrania como la parte que escala el conflicto, desacreditar los valores occidentales y distorsionar tanto los hechos históricos como los acontecimientos contemporáneos.

Una característica clave de estos ataques es su naturaleza dinámica. En la guerra de la información, la ventaja la tiene el actor que “surfea la ola” y se adapta con mayor eficacia al potencial de las redes sociales y las plataformas digitales. Por ejemplo, los medios rusos superaron significativamente a Ucrania en TikTok, al dominar los algoritmos de la plataforma y utilizarlos como arma de propaganda. En cambio, la sociedad ucraniana ha adaptado mejor plataformas como Instagram y Facebook con fines informativos. Telegram es a menudo denominado el “principal mensajero de la guerra”. Los debates en torno a Telegram se centran en su nivel de seguridad, su fiabilidad para los usuarios ucranianos y el grado de cooperación entre sus desarrolladores y actores rusos, especialmente dado que existen acuerdos que permiten que la aplicación funcione libremente en Rusia.

A pesar de la inmensa presión ejercida por la Federación Rusa, que cuenta con recursos financieros e informativos muy superiores, Ucrania sigue demostrando resiliencia institucional y cohesión social. Las instituciones ucranianas — incluido el Centro para Contrarrestar la Desinformación, el Consejo de Seguridad Nacional y Defensa, y el Centro Estatal de Protección Cibernética — así como los organismos encargados del cumplimiento de la ley, contrarrestan activamente los ataques rusos en todos los frentes, adaptándose constantemente a las amenazas emergentes. Sin embargo, Rusia también se adapta con rapidez, desarrollando nuevas formas de presión y perfeccionando sus tácticas de manipulación. Estas acciones subrayan la flexibilidad de la estrategia informativa rusa, que busca debilitar no solo a Ucrania en sí, sino también su respaldo internacional.

Conclusión

Así, cada uno de los métodos mencionados y analizados tiene su propio impacto específico y distintos grados de eficacia según el contexto en el que se apliquen. Según una categorización provisional, los métodos cinéticos representan una amenaza directa para la seguridad física y ejercen una fuerte influencia psicológica orientada a minar la moral de la población. Sin embargo, su eficacia se ve considerablemente limitada por los esfuerzos de las estructuras de seguridad y los servicios especiales de Ucrania.

Los ciberataques como método de desestabilización poseen un potencial considerable debido a la dependencia del Estado de las tecnologías digitales y al alto grado de digitalización. Cualquier interrupción técnica puede afectar significativamente el funcionamiento de instituciones clave tanto del sector gubernamental como no gubernamental.

Los ataques informativo-psicológicos son particularmente eficaces, ya que se dirigen a la conciencia pública mediante la manipulación de temas sensibles y cargados emocionalmente. Además, este método incita a la tensión social y facilita la difusión de desinformación, lo cual perjudica la conciencia pública y la cohesión de la sociedad.


[1] Artículo 113: Sabotaje – se refiere a acciones intencionadas dirigidas a socavar el funcionamiento de sistemas e infraestructuras vitales del Estado.

Artículo 114: Espionaje – define la recopilación y transferencia ilícitas de secretos de Estado a entidades extranjeras.

Artículo 194: Destrucción o daño intencionados de la propiedad – implica acciones que causan un daño significativo a la propiedad o a la infraestructura, normalmente en un esfuerzo por perturbar la seguridad nacional o el orden público.

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