El Papel de Rusia en el Orden Mundial de Posguerra

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La guerra en curso ha alterado significativamente la posición nacional e internacional de Rusia, pero su futuro tras la guerra sigue siendo muy incierto. ¿Se estabilizará Rusia bajo un régimen cada vez más represivo, experimentará un colapso económico o se transformará en un Estado ultranacionalista aún más agresivo? Para Ucrania, la victoria es esencial para su soberanía y seguridad a largo plazo. Para Rusia, la guerra se ha convertido en una prueba de supervivencia del régimen, cuyo resultado determina la dirección política e ideológica del Estado.

Esta obra ofrece un análisis exhaustivo de la trayectoria futura de Rusia y sus implicaciones para la estabilidad geopolítica, las políticas de seguridad y los cambios de poder entre los actores globales. Examina cuatro áreas clave: Rusia, Occidente, los actores no occidentales y las instituciones globales. Este primer volumen se centra en Rusia y Occidente.

La sección sobre Rusia profundiza en sus transformaciones políticas, económicas y sociales internas. El persistente apoyo al régimen de Putin, arraigado en el ultranacionalismo y en la percepción de una lucha existencial contra la influencia occidental, refuerza la estabilidad del régimen. Además, el auge de las facciones favorables a la guerra en Rusia indica una creciente demanda de medidas más duras, revisionismo histórico y expansión territorial.

La sección sobre Occidente examina las respuestas de Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea a la agresión rusa. Aunque la invasión rusa de Ucrania ha agudizado las tensiones, el marco de las relaciones con Rusia no ha cambiado, así como los mecanismos de la política estadounidense hacia ella y su amenaza a Occidente. La administración Biden empleó una política cautelosa hacia Rusia, influida principalmente por la intimidación nuclear del Kremlin y las llamadas «líneas rojas». Sin embargo, el creciente alineamiento de Rusia con China, su determinación de socavar la seguridad europea y su persistente desafío al orden mundial liderado por Estados Unidos sugieren que puede ser inevitable un cambio en la estrategia estadounidense.

En lo que respecta a la OTAN, años de financiación insuficiente y dependencia de la presencia militar norteamericana en Europa la hicieron vulnerable ante la amenaza rusa. A pesar de aplicar nuevas estrategias, aumentar las inversiones en defensa y reforzar el flanco oriental, los miembros de la OTAN siguen sin resolver los problemas de capacidades industriales, cohesión interna y preparación para una inestabilidad continuada. El antagonismo formado por el régimen ruso hacia la Alianza podría sobrevivir a su creador y hacer que los estados miembros recurran a las armas como nunca antes.

Mientras tanto, la guerra ha impulsado a la Unión Europea a adoptar una postura geopolítica más decidida y a movilizar un apoyo sin precedentes a Ucrania. Sin embargo, también ha puesto de relieve los retos persistentes en la toma de decisiones de la UE y su capacidad para actuar como un actor geopolítico unificado. De cara al futuro, el enfoque de la UE hacia Rusia y su estrategia geopolítica más amplia dependen de su capacidad para integrar a los actores regionales no pertenecientes a la UE en un marco de seguridad estable y reforzar su influencia global. Esto nos lleva a plantearnos no sólo el futuro de las relaciones UE-Rusia, sino también la evolución del propio proyecto europeo.

Ucrania y sus aliados occidentales deben prepararse para un futuro en el que Rusia siga siendo una amenaza a largo plazo. Este análisis pretende responder a estas preguntas y proporcionar un marco necesario para comprender por qué es probable que la Rusia de posguerra continúe con sus políticas agresivas, cómo ha sostenido su economía de guerra y por qué las estrategias occidentales existentes requieren una recalibración.