La Cautela en Ucrania puede Costar a Occidente el Orden Internacional

Por Vitalii Rishko

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Puntos Clave

  • La Cautela Occidental Socava los Esfuerzos Bélicos de Ucrania: Los retrasos en la ayuda militar, como tanques, aviones de combate y misiles de largo alcance, impiden a Ucrania montar contraofensivas eficaces, lo que provoca escasez de mano de obra y debilita su defensa.
  • Aumento de la Cooperación Autoritaria: Corea del Norte suministra tropas y municiones a Rusia, mientras que Irán sigue suministrando drones y misiles. Esta “alianza autoritaria” aprovecha las dudas de Occidente para reforzar su posición
  • Estrategia de Paz a través de la Fuerza: Un posible giro de Estados Unidos bajo una administración Trump podría implicar un apoyo más firme a Ucrania si Rusia se niega a negociaciones significativas, reflejando un enfoque de “paz a través de la fuerza”.
  • Amenaza a la Credibilidad de Occidente: La reticencia de Occidente a apoyar decididamente a Ucrania amenaza con socavar su capacidad de disuasión, especialmente en el contexto de la rivalidad entre Estados Unidos y China. Si Estados Unidos flaquea en Europa, su credibilidad en la región Asia-Pacífico podría debilitarse.
  • Pragmatismo del Sur Global: Países como India, Brasil y Sudáfrica se mantienen neutrales y se benefician de los descuentos de la energía rusa. Su desconfianza hacia Occidente y sus lazos pragmáticos con Rusia desafían el orden liderado por Occidente.
  • Transición hacia un Orden Multipolar: No apoyar a Ucrania podría acelerar el cambio hacia un mundo multipolar, en el que alianzas como BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) ganen influencia, disminuyendo el poder occidental.
  • Necesidad Urgente de una Nueva Estrategia Occidental: Occidente debe eliminar las líneas rojas autoimpuestas, aumentar la ayuda militar a Ucrania e implicar más eficazmente al Sur Global para preservar el actual orden internacional.

El 19 de noviembre de 2024, la guerra de Rusia contra Ucrania cumplió 1000 días de invasión a gran escala. Esta guerra ha sido testigo de una escala de acción militar sin precedentes que ha implicado a grandes agrupaciones militares, el bombardeo de decenas de miles de proyectiles y el uso de drones y misiles mensualmente. De naturaleza transformadora, la guerra se ha convertido en un punto de inflexión para la arquitectura de seguridad europea y el actual orden internacional. Rusia ha luchado por alcanzar sus objetivos militares estratégicos, pero sus ambiciones no parecen menguar ni moderarse, ni siquiera ante las graves bajas sufridas en su guerra de agresión.

Las bajas en combate de Rusia, según el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania, ascienden a más de 740.000 militares muertos, heridos o desaparecidos en combate. Aun así, esto no ha bastado para convencer al Kremlin de que ponga fin a la guerra y pase a las negociaciones de paz. Por el contrario, Rusia sigue persiguiendo su objetivo de subyugar a Ucrania al tiempo que amenaza a Occidente por prestar cualquier tipo de apoyo sustancial a Kyiv.

Los retrasos en el apoyo militar a Ucrania por parte de Occidente, tanto en cantidad como en tipo, han sido costosos para Ucrania. El país ha ido perdiendo a sus soldados más cualificados, y algunas brigadas carecen de efectivos para continuar la lucha. A nivel interno, persiste el reto de una movilización eficaz, y la imprevisibilidad del apoyo occidental puede considerarse uno de los factores que contribuyen a ello.

El enfoque actual de Occidente apenas permite a Ucrania detener la pérdida de territorio, y mucho menos preparar el terreno para una contraofensiva a gran escala. La cautela de Estados Unidos y Occidente a la hora de apoyar a Ucrania parece envalentonar a la llamada “alianza de regímenes autoritarios“ – abreviada como CRINK – China, Rusia, Irán y Corea del Norte, como atestigua su creciente cooperación y sus asociaciones reforzadas.

Volodymyr Zelenskiy y Olaf Scholz inspeccionan los drones en el marco de la visita del canciller a Ucrania. Fuente: Página de Telegram de Zelenskiy

En este momento, a pesar de las sanciones coordinadas, Rusia persiste en reforzar su complejo militar-industrial y su economía de guerra, también recibiendo apoyo de regímenes autoritarios. Irán sigue suministrando a Rusia drones Shaded y misiles. Al mismo tiempo, Corea del Norte no sólo envía munición y misiles, sino que también ha comprometido tropas para luchar contra Ucrania en la región rusa de Kursk. El deseo colectivo de Occidente de localizar el conflicto y gestionar la escalada ha fracasado, y su disuasión general parece débil. Una mayor fractura del apoyo occidental a Ucrania entraña el riesgo de que Rusia y sus aliados profundicen su cooperación (también conocida como solidaridad autoritaria) y socaven la posición de Occidente en el sistema internacional.

La Falta de Resolución de Occidente, el Cálculo Estratégico-Militar de Rusia y la Participación de Terceros

Los especialistas en relaciones internacionales llevan mucho tiempo estudiando cómo la longevidad de una guerra limita la rápida resolución del conflicto y aumenta la probabilidad de intervención de terceros. Cuando las grandes potencias regionales sienten que sus intereses más vitales se ven amenazados por el largo conflicto o lo ven como una oportunidad para aumentar su poder e influencia, pueden optar por intervenir.

A pesar de los esfuerzos de Occidente por localizar la guerra, Corea del Norte se ha unido de facto al esfuerzo bélico de Rusia. Si Rusia no logra grandes éxitos rápidamente, otras potencias también podrían considerar aumentar su apoyo a la guerra del Kremlin o unirse directamente al conflicto, viéndolo como una “oportunidad única en la vida” para debilitar a Occidente y potencialmente obtener tecnología militar u otro tipo de apoyo de Rusia, como ha sido el caso de Irán y Corea del Norte.

A lo largo de la guerra, Rusia puso a prueba la reacción, la determinación y la disuasión (incluida la nuclear) de Occidente, mientras otras potencias seguían de cerca los acontecimientos en el continente europeo, aprendiendo las lecciones necesarias y modernizando sus propios ejércitos. La respuesta occidental a la invasión al principio de la guerra parecía más coherente y unida que ahora. En concreto, el gobierno de Joe Biden en Estados Unidos, junto con sus aliados europeos, expresó su pleno apoyo a Ucrania “durante el tiempo que haga falta“. Pero en la práctica el planteamiento ha sido más cauteloso, evitando el rápido suministro de diversas capacidades que podrían cambiar el juego, sobre todo por la preocupación que suscita la escalada y la posibilidad de que la guerra se descontrole y se convierta en un conflicto regional en el que participen la OTAN, Rusia y, potencialmente, otros países. Esta cautela se puso de manifiesto en el retraso en el envío de carros de combate, aviones de combate y misiles de crucero, así como en la reticencia a atacar objetivos militares dentro de Rusia, acciones necesarias para cambiar las tornas a favor de Ucrania.

RT-2PM Topol. Fuente: Instituto Naval de EE.UU.

La reputación de Occidente entre otras potencias mundiales, en caso de que no se garantice el apoyo a largo plazo a Ucrania y no se tomen las medidas necesarias para impulsar la fortaleza de Ucrania de cara a posibles negociaciones, tendrá consecuencias nefastas, especialmente para Estados Unidos y el próximo presidente. Esto también es pertinente en el contexto de la competición estratégica entre Estados Unidos y China, ya que, en caso de fracaso de Ucrania, toda la disuasión estadounidense y su credibilidad serán cuestionadas por Pekín y otras potencias revisionistas. El argumento principal sería que si EEUU no está dispuesto a proteger sus intereses más directamente amenazados y la estabilidad en la región en la que domina su influencia, ¿cómo podrá disuadir o, en caso de conflicto, responder en Asia-Pacífico, o en cualquier otro lugar?

La Reelección de Donald Trump como una Oportunidad Percibida para Desafiar el Orden Internacional Liderado por Occidente

Las ambiciones de Rusia en su guerra contra Ucrania no parecen disminuir a la luz de las graves bajas, como habría sido el caso de cualquier otro Estado democrático que se enfrentara a tales pérdidas. Ahora, sin embargo, esas mismas ambiciones parecen ser aún mayores, en medio del auge de los partidos de derechas en Europa, una disminución gradual del apoyo de los socios europeos de Ucrania y, lo que es más importante, la reelección de Donald Trump en Estados Unidos como próximo presidente, asociada a la posibilidad de limitar el apoyo militar a Ucrania o cortarlo por completo y favorecer la posición de Rusia.

El regreso de Trump al Despacho Oval presenta tanto retos como oportunidades. Sin embargo, basándose en sus anteriores decisiones de política exterior – criticar el multilateralismo, socavar las relaciones transatlánticas y la OTAN, y centrarse más en los asuntos internos de Estados Unidos-, garantizar su apoyo prolongado a Ucrania supone un desafío crítico para Ucrania y sus aliados europeos. Además, a los analistas les preocupa que sus políticas puedan animar a Rusia, China y otras potencias revisionistas a unirse y seguir perturbando el orden internacional liderado por Occidente, sobre todo si Estados Unidos no está dispuesto a defenderlo y se centra en cambio en asuntos internos.

Aunque es probable que Estados Unidos siga vigilando la amenaza china como parte de sus prioridades estratégicas y de seguridad, desatender la amenaza rusa y negarse a abordarla podría tener consecuencias aún más peligrosas. En caso de que Rusia triunfe en Ucrania, EEUU se vería obligado a destinar muchos más recursos a Europa, incluyendo el despliegue de más tropas, la modernización de la logística para apoyar los movimientos militares rápidos (que, según los informes, se encuentran en mal estado) y el apoyo directo al desarrollo del complejo militar-industrial europeo.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyi, se reúnen en la Torre Trump de Nueva York, Estados Unidos, el 27 de septiembre de 2024. Shannon Stapleton/Reuters

Sin embargo, la futura política de Donald Trump hacia la guerra entre Rusia y Ucrania sigue sin estar clara. La comunicación del equipo de Trump sugiere diferentes opciones que podrían incluir limitar el apoyo estadounidense a Ucrania o condicionarlo a presionar a Kyiv para que negocie. El nombramiento de Keith Kellogg como enviado especial de Estados Unidos para Ucrania y Rusia permite vislumbrar la futura política de la nueva administración hacia una solución diplomática del conflicto, pero los términos y condiciones de un posible acuerdo de paz siguen siendo imprecisos.

Por otra parte, los observadores sugieren que Trump podría seguir una “estrategia de paz a través de la fuerza”, lo que significa que EE.UU. podría proporcionar un apoyo aún más sólido a Ucrania si ve que Rusia no está dispuesta a participar en la diplomacia y las negociaciones de manera significativa y de buena fe. Los acontecimientos actuales, sin embargo, no proporcionan ningún requisito previo para el éxito de las negociaciones con el telón de fondo de las exigencias de la cábala rusa dirigidas a Ucrania y Occidente. Después de todo, la posición de la nueva administración será decisiva para el resultado final de la guerra y tendrá amplias implicaciones para el futuro del orden internacional, la posición de Occidente en él y el equilibrio global de poder.

La Postura del Sur Global: ¿Hacia un Orden Internacional Multipolar?

La posición del Sur Global sobre la guerra entre Rusia y Ucrania se mantiene en gran medida inalterada, con posturas que varían ligeramente en función del contexto nacional específico de cada país y de sus estrategias de política exterior, especialmente en relación con Occidente. Países como India, Brasil, Sudáfrica y otras potencias pequeñas y medianas no han condenado directamente a Rusia por su agresión contra Ucrania, aunque han reiterado su compromiso con la soberanía y la integridad territorial en general, incluso durante algunas de las votaciones de la AGNU.

Sin embargo, esto no indica que estos países estén rompiendo lazos con Rusia o uniéndose a Estados Unidos y los países europeos para presionar a Moscú para que ponga fin a la guerra. Al contrario, el Sur Global aspira a mantener relaciones pragmáticas tanto con Rusia como con Occidente, diversificando sus vínculos exteriores y manteniendo al mismo tiempo una posición independiente y autónoma en el sistema internacional. 

El primer ministro indio Narendra Modi, segundo por la derecha, llega al aeropuerto de Kazán para asistir a la cumbre de los BRICS del 22 al 24 de octubre de 2024 [Handout/brics-russia2024.ru via AFP]

El Sur Global está explotando las debilidades de Rusia mediante acuerdos favorables en medio de las sanciones occidentales, contribuyendo de facto a la capacidad de Moscú para continuar la guerra (es decir, mediante la compra de petróleo y gas baratos, cuyos ingresos constituyen una parte principal de la economía de guerra de Rusia). En el contexto de la guerra de Rusia contra Ucrania, China y otras potencias del Sur Global podrían ver al Kremlin como un peón para acelerar el colapso del orden internacional liderado por Occidente.

Lo que une a muchos de estos países es su desconfianza hacia Occidente, derivada de sus experiencias históricas y de la creencia de que Occidente es hipócrita. Esta desconfianza, unida a los actuales problemas mundiales, intensifica la competencia global. Los problemas clave de la gobernanza mundial, como la reforma de la ONU, el acceso equitativo a la tecnología, la IA, las finanzas y la lucha contra el cambio climático, y la falta de un compromiso más activo por parte de Occidente podrían impulsar al Sur Global a alinearse aún más con otras grandes potencias, especialmente China, para crear estructuras alternativas que reflejen mejor sus intereses.

La guerra de Rusia contra Ucrania ha reavivado el debate sobre la capacidad de Occidente para mantener el actual orden internacional y la posibilidad de un reordenamiento en el que los países del Sur Global podrían desempeñar un papel más destacado. Esto podría implicar una mayor influencia de los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), con China en una posición dominante.

Algunos sostienen que la futura configuración del orden internacional se determinará en Ucrania. En el contexto actual, la falta de estrategia de Occidente para contrarrestar eficazmente a Rusia y su determinación para apoyar inequívocamente a Ucrania podrían ser una señal de su debilitamiento general. Esto podría indicar la falta de voluntad de Estados Unidos y Europa para defender los valores fundamentales que sustentaron el orden internacional que crearon tras la Segunda Guerra Mundial. Otros sostienen que, dadas las posturas divergentes de las distintas potencias sobre la guerra entre Rusia y Ucrania, el mundo ya está asistiendo a una transición hacia un orden internacional posoccidental, o multipolar, que va más allá del enfrentamiento bipolar entre Estados Unidos y China.

Para que Occidente mantenga su posición actual en el orden internacional, debe remodelar su estrategia sobre Rusia y Ucrania, teniendo en cuenta que el resultado de la guerra ruso-ucraniana tendrá un impacto significativo en el equilibrio de poder mundial. También es fundamental seguir comprometiéndose con el Sur Global y contrarrestar la influencia rusa y china sobre sus posturas. Esto también puede ser importante para el papel del Sur Global como posible mediador en las negociaciones sobre la guerra.

Sin embargo, para ganar la batalla por el Sur Global, Occidente no sólo debe centrarse en las reformas de la gobernanza mundial, sino también demostrar una mayor fuerza de voluntad, resistencia y determinación para convencer a las naciones de todo el mundo de que se toma en serio la defensa de las normas internacionales y está dispuesto a defender sus principios.

En la etapa actual, en la que Rusia sigue imponiendo sus exigencias a Ucrania (como la no adhesión a la OTAN, un estatus neutral, limitaciones al tamaño del ejército ucraniano y la cesión de sus territorios internacionalmente reconocidos), la falta de una respuesta occidental decisiva sirve como prueba de la disminución del poder de Occidente.

Abandonar Ucrania sin garantías de seguridad creíbles y alcanzar un acuerdo de paz basado en este escenario no lograría estabilizar Europa, a pesar de los llamamientos diplomáticos generalizados y la aparición de diferentes planes de paz, en particular del Sur Global. Esto podría significar una rápida transición hacia un orden internacional multipolar, en el que la posición de Occidente no es tan favorable como en la actualidad.

Conclusiones

Ante el aumento de los llamamientos a una solución diplomática de la guerra entre Rusia y Ucrania, Estados Unidos y Occidente se enfrentan a un problema crítico. Por un lado, una resolución diplomática podría verse como una opción favorable para alcanzar la paz. Por otro lado, los actuales acontecimientos en el campo de batalla no sugieren que Ucrania esté en condiciones de negociar desde una posición de fuerza, o al menos como una parte en igualdad de condiciones. Si Ucrania se niega a aceptar las condiciones de Rusia, que lo más probable es que rechace debido a las exigencias poco realistas de Rusia, Putin podría optar por continuar la guerra de desgaste, con el objetivo de ganar más territorio, dividir aún más a Occidente y crear más tensiones dentro de la sociedad ucraniana.

Estos acontecimientos crean una necesidad urgente de revisar la estrategia occidental hacia Rusia-Ucrania, adoptando un enfoque más proactivo y global, y eliminando las líneas rojas artificiales que autolimitan las decisiones críticas relativas a la prestación de apoyo militar. El temor a una escalada no ha afectado a los objetivos de Rusia en Ucrania, ni ha impedido la intervención de terceros en el conflicto, como se ha visto con la implicación de Corea del Norte.

Esta estrategia actualizada es aún más vital a la luz del cambiante orden internacional y del ascenso de diversas potencias en el Sur Global. Sus posiciones divergentes y los bajos niveles de confianza en Occidente sugieren una mayor polarización global. El fracaso occidental en Ucrania podría dar aún más voz a estas potencias en los asuntos internacionales, especialmente a China y a quienes perciben el orden actual como creado por Occidente para servir únicamente a sus propósitos e intereses. La guerra de Rusia contra Ucrania representa una oportunidad histórica para el Sur Global y China, como su “defensor“ percibido para presionar por un orden internacional multipolar – uno donde Occidente ocupe una posición más degradada, mientras que las guerras de conquista podrían ser normalizadas y recompensadas, con consecuencias significativas para todo el sistema de la ONU, el derecho internacional y la estabilidad del orden internacional y la gobernanza global en general.


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