En un artículo publicado el 17 de mayo de 2025 en La Nación, un diario argentino, y posteriormente el 25 de mayo en El Nuevo Día, uno de los principales periódicos de Puerto Rico, Alina Rohach, Gestora de proyectos del Programa de Cooperación para España y Latinoamérica, analiza los impactos sociales a largo plazo de una guerra a gran escala. El texto se centra en cómo la guerra está influyendo en el desarrollo político y cívico de las generaciones jóvenes tanto en Ucrania como en Rusia, destacando el papel que estos cambios generacionales podrían desempeñar en las perspectivas futuras de paz.

Rohach sostiene que “no basta con silenciar las armas” — la paz requiere comprender cómo la guerra transforma a las sociedades desde dentro. Trazando un marcado contraste entre la juventud ucraniana y la rusa, señala que ambas están siendo moldeadas por la guerra, pero de maneras fundamentalmente diferentes. “En Ucrania,” escribe, “la juventud se ve forzada a madurar en medio de una guerra total, marcada por pérdidas reales y una lucha constante por la supervivencia.” Mientras tanto, la juventud rusa crece en un Estado represivo, bajo “ un control absoluto de la información, un culto a la “victoria” y la normalización de la guerra como herramienta legítima del poder.”
El artículo destaca cómo estos contextos opuestos moldean la conciencia política de las nuevas generaciones. La juventud ucraniana, profundamente afectada por la agresión rusa desde 2014 y especialmente desde 2022, ha interiorizado la importancia de la responsabilidad cívica y los valores democráticos. “Saben exactamente por qué luchan y lo que significa perder," escribe Rohach, subrayando cómo muchos combinan sus estudios con labores humanitarias, innovación tecnológica e incluso el servicio militar.
En contraste, la juventud rusa está en gran medida socializada en la obediencia y el militarismo. Rohach describe un sistema impulsado por el Estado que incluye “clases de valentía” obligatorias, actividades patrióticas en las universidades y castigos severos para quienes disienten. “Gran parte de la juventud rusa no ha experimentado la libertad de elección, ni la participación en una democracia, ni el ejercicio del pensamiento crítico,” señala, advirtiendo que “este es un reto que no se resolverá automáticamente con el cambio de liderazgo.”
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